DESDE LA FE: ¿Por qué peregrinamos a la Basílica de Guadalupe?
Publicado por DESDE LA FE
Este 18 de enero nos reunimos para caminar a la Insigne y Nacional
Basílica de Santa María de Guadalupe.
Autor POR DLF Redacción
14 enero, 2025
Todo cristiano es invitado a tomar parte en esta gran peregrinación que
Cristo, la Iglesia y la humanidad han recorrido y deben continuar
recorriendo en la historia. Nosotros como Arquidiócesis, cada año
caminamos a la Casa de la Virgen de Guadalupe, para venerarla, agradecer
su auxilio e invocar su protección.
El Cristiano es ante todo un peregrino. La Historia de la Salvación está
marcada por acontecimientos de fe:
Abraham a la escucha de Dios se pone en camino hacia la tierra
prometida. Caminando por el desierto con la esperanza de llegar y
contemplar el lugar prometido, donde Dios se manifiesta.
Moisés recibió el encargo de conducir al pueblo hacia la tierra
prometida.
En las peregrinaciones, se puede reconocer al pueblo de Dios en camino.
Somos un pueblo que camina con la esperanza de lograr la felicidad. En
la peregrinación se puede conocer al pueblo de Dios siempre caminando.
El creyente camina gozoso de sentirse inmerso en medio de tantos
hermanos, sinodalidad, vamos hacia Dios que nos espera. Cristo mismo se
hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres.
María, camina hacia el encuentro de su hijo Jesús “por María a Cristo,
por Cristo al Padre”. El impulso en ese caminar es la fuerza del
espíritu, que nos vivifica y conduce. La peregrinación es la decisión de
partir hacia el santuario proclamando nuestra fe, impulsados por la
esperanza para llegar al lugar donde la conversión se hace gracia por el
perdón de los pecados y la felicidad de experimentar la gran
misericordia del Dios que nos ama. (DPPL).
La peregrinación en el Antiguo Testamento
La peregrinación de Abraham, éxodo de salvación, anticipación ideal del
éxodo del pueblo entero.
La peregrinación de Moisés. El Señor mismo se hace peregrino con su
pueblo: “El Señor, tu Dios, te ha atendido en el viaje por ese inmenso
desierto”.
La peregrinación de Cristo
Jesucristo entra en la escena de la historia como “el camino, la verdad
y la vida” (Jn 14, 6).
La peregrinación terrena de Cristo nos lleva al infinito y al misterio
de Dios, más allá de la muerte.
La peregrinación de la Iglesia
En comunión con su Señor, también la Iglesia, pueblo mesiánico, se halla
en camino hacia la ciudad futura y permanente, trasciende los tiempos y
frontera. En el aquí y el ahora, está orientada enteramente hacia aquel
Reino cuya presencia ya es operante en todas las regiones del mundo.
La peregrinación hacia el jubileo de la redención
En nuestra peregrinación como Arquidiócesis de México, encontramos
algunas experiencias significativas para nuestra fe:
En 2025 viviremos el Año Jubilar, que cada 25 años la Iglesia celebra,
en recuerdo del Nacimiento del nuestro Redentor.
En 2030, se cumplen 500 años de la erección de la Arquidiócesis Primada
de México.
En 2031 se cumplen 500 años de las apariciones de la Virgen María de
Guadalupe.
En 2033 se cumplen 2000 del misterio de nuestra Redención, por la
Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Estos acontecimientos forman un itinerario que debe ser interior y
vital, nos debe ayudar a recuperar los grandes valores del año jubilar
bíblico. Debe dinamizar nuestra espiritualidad de comunión, sinodal y
misionera, para afrontar mejor los retos de nuestra Iglesia.
La peregrinación de la humanidad
La peregrinación, que se extiende desde Abraham a través de todos los
siglos, es el signo de un peregrinaje universal de la humanidad. “Homo
Viator”, caminante, tiene sed de nuevos horizontes y hambre de paz y de
justicia, busca la verdad, anhela el amor y está abierto al absoluto y
al infinito.
Hay algunas “peregrinaciones universales” que revisten un significado
particular. Piénsese, ante todo, en los grandes movimientos de grupos,
de masas, incluso de pueblos enteros, que afrontan enormes sacrificios y
riesgos para huir del hambre, de las guerras, de las catástrofes
naturales, buscando para sí mismos y para sus seres queridos mayor
seguridad y bienestar.
Peregrinos del mundo son también aquellos que buscan metas diversas bien
por turismo, agentes turísticos y comerciales.
Peregrinación de la mente humana, la informática o virtual, que viaja
por las autopistas de la telecomunicación.
Grandes “peregrinos laicos” son también aquellos que emprenden
itinerarios culturales y deportivos.
¿A dónde peregrinamos?
Este 18 de enero nos reunimos para caminar a la Insigne y Nacional
Basílica de Santa María de Guadalupe, a la Casita del Tepeyac, donde la
Virgen de Guadalupe nos muestra su amor. Como todos los Santuarios la
Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, está llena del esplendor de
atributos, es la casa de todos.
Lugar donde se goza la presencia de Dios
Ahí se regala amorosamente el amor de Dios, a través de Jesucristo, de
la Virgen María, de los Santos y de peregrinos que se hermanan como en
una familia.
Lugar histórico
Ahí están grabados los grandes acontecimientos que le dan forma al país.
La iconografía popular habla de la conversión y gratitud del peregrino.
Lugar de escucha
La palabra divina en el proceso evangelizador ayuda a entender que
María, no sólo es el mensaje revelado, sino que es lo revelado: “Yo soy
la Madre del Dios por quien se vive” (Nican Mopohua).
Lugar privilegiado de evangelización
La Iglesia, su misión es evangelizar que no comprende solamente las
verdades que hay que creer, sino también el vivir conforme a las
verdades entendidas, acertadas y vividas.
Lugar sacramental
Los sacramentos son encuentros personales con el Dios de la vida, ahí el
peregrino se encuentra con el Dios, que nos da la nueva vida.
Lugar de la misericordia
Al escuchar la Palabra, el peregrino se abre al perdón de Dios y de su
bondadosa misericordia.
Lugar Eucarístico
El peregrino encuentra ahí la razón de su caminar. Pues la Eucaristía,
es la fuente y culmen de nuestro ser cristiano.
Lugar propicio de oración
El peregrino ora personalmente, en familia o en comunidad. Los fieles
orantes, son testimonio de la vida de oración en la Iglesia.
Lugar de expresión de la piedad popular
Es una manera legitima de vivir la fe.
Un modo de sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misionero.
Lugar de sanación
Donde los enfermos deben ser acogidos con la más cordial hospitalidad.
Lugar de la presencia de María
Camino seguro para encontrarnos con María, la Madre del Señor. En Ella
se une la peregrinación del Verbo con la peregrinación de fe de la
humanidad.
La espiritualidad del peregrino
La peregrinación ayuda a tomar conciencia de la perspectiva escatológica
en la que se mueve el cristiano, “homo Viator”: entre el llanto del
destierro y el anhelo del gozo de la patria, “aquí abajo no tenemos una
ciudad estable, sino que andamos en busca de la futura” (Heb. 13,14-15).
Dimensión penitencial
La visita a un santuario constituye para los fieles una ocasión
propicia, con frecuencia buscada, para acercarse al sacramento de la
Penitencia, el fiel vuelve del santuario con el propósito de “cambiar de
vida”.
Dimensión festiva
El gozo de la peregrinación cristiana es prolongación de la alegría del
peregrino piadoso de Israel: “Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la
casa del Señor” (Sal 122,1).
Dimensión cultural
La peregrinación es esencialmente un acto de culto: el peregrino camina
hacia el santuario para ir al encuentro de Dios, para estar en su
presencia tributándole el culto de su adoración y para abrirle su
corazón. La imagen sagrada del santuario es un signo santo de la
presencia divina y del amor providente de Dios.
Dimensión apostólica
La peregrinación es un anuncio de fe y los peregrinos se convierten en
heraldos itinerantes de Cristo. “Vayan por todo el mundo y prediquen el
Evangelio a toda criatura” (Mc 16, 15). Salimos convencidos de ser
discípulos de Jesucristo para ir en búsqueda del hermano.
Dimensión de comunión
El peregrino que acude al santuario está en comunión de fe y de caridad,
no sólo con los compañeros con quienes realiza el “santo viaje” (cfr.
Sal 84,6), sino con el mismo Señor, que camina con él, como caminó al
lado de los discípulos de Emaús (cfr. Lc 24,13-35); con su comunidad de
origen, y a través de ella, con la Iglesia que habita en el cielo y
peregrina en la tierra. Somos una Iglesia en sinodalidad.
¿Qué recibe el peregrino?
¿Qué recibe el peregrino?
Todo caminar largo requiere cierta preparación: previsiones, lugares,
momentos, que permitan al peregrino no desfallecer en la travesía. Al
final, la experiencia de peregrinar, va dejando en nosotros frutos
permanentes.
El cristiano vive su fe, es una manifestación cultural que debe cumplir
con fidelidad a la tradición, con profundo sentido religioso y como
vivencia de su existencia pascual. Debe estar atento a la escucha de la
Palabra de Dios.
El cristiano vive la experiencia, como miembro de la familia de Dios,
rodeado de sus muchos hermanos en la fe, bajo la guía del “Pastor
supremo del rebaño” (DP 149).
El cristiano peregrino recorrerá su itinerario sumándose a la oración
litúrgica de la Iglesia y con los ejercicios de devoción más sencillos,
con la oración personal y con momentos de silencio, con la contemplación
que surge del corazón de los más pobres, “que tienen puestos sus ojos en
las manos de su Señor” (Sal 123,2).
La peregrinación en sí misma encierra:
La experiencia de toda humanidad, que tiende hacia la esperanza y la
plenitud.
La experiencia fundamental de Israel, en marcha hacia la tierra
prometida de la salvación y de la libertad plena.
La experiencia de Cristo, que de la tierra de Jerusalén sube al Cielo,
abriendo el camino hacia el Padre.
La experiencia la Iglesia, que avanza en la historia hacia la Jerusalén
celeste.
La redacción de Desde la fe está compuesta por sacerdotes y periodistas
laicos especializados en diferentes materias como Filosofía, Teología,
Espiritualidad, Derecho Canónico, Sagradas Escrituras, Historia de la
Iglesia, Religiosidad Popular, Eclesiología, Humanidades, Pastoral y
muchas otras. Desde hace 25 años, sacerdotes y laicos han trabajado de
la mano en esta redacción para ofrecer los mejores contenidos a sus
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