Expertos
dictaminarán si el poeta chileno Pablo Neruda
murió envenenado |
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Cuando los forenses abrieron por
primera vez el féretro con los restos del poeta
chileno Pablo Neruda y tomaron las primeras
muestras en 2013 para indagar la tesis sobre un
posible asesinato por envenamiento del premio
Nobel de Literatura, fallecido a escasos 12 días
del golpe de Estado de Augusto Pinochet contra
Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973,
no vieron nada anormal.
Pero al profundizar en el análisis del material
en la osamenta, descubrieron que el escritor,
amigo de Salvador Allende, y que falleció en una
clínica privada de Santiago donde se trataba un
cáncer de próstata, tenía alojada una bacteria,
la 'Clostridium botulínico’.
Pasaron cinco años y un proceso judicial en
curso a cargo del Ministerio Público chileno y
el Poder Judicial para que los patólogos
forenses llegaran a determinar que esa bacteria
y no el cáncer ocasionó la muerte del poeta
nacido en 1904.
Neruda, autor de "Veinte poemas de amor y una
canción desesperada", recibió en 1971 el máximo
galardón de las letras, el Premio Nobel de
Literatura, y se convirtió en voz referente del
Chile democrático con el primer gobierno
socialista encabezado por Salvador Allende.
La escritora y sobrina de Salvador Allende,
Isabel Allende, ha relatado que las sospechas
sobre la muerte del poeta tomaron fuerza luego
que la justicia chilena llegará a la conclusión
que el expresidente socialdemócrata (1964 -
1970) Eduardo Frei Montalva fue asesinado en
1982, en la misma clínica donde murió Neruda,
por una bacteria similar, mientras se recuperaba
de una cirugía menor en ese centro asistencial.
La justicia condenó en 2019 a seis involucrados
en la conspiración que cegó la vida del
exmandatario, entre estos un exfuncionario de la
Central Nacional de Informaciones (CNI), el
exchofer del político opositor y cuatro médicos
del centro que incubaron el agente
bacteriológico en la clínica Santa María, tras
una intervención quirúrgica.
“De ahí surge la sospecha de que lo mismo le
haya pasado a Neruda, porque si Neruda hubiera
vivido, se habría ido al exilio. El mismo día
del golpe, todos los países del mundo le estaban
ofreciendo asilo político a Pablo Neruda.
Llegaron telegramas de todas partes ofreciendo
sacarlo del país y recibirlo. Entonces, él
hubiera sido una voz muy fuerte contra la
dictadura, una voz contra el ejército, es muy
posible que hayan decidido eliminarlo”, dijo
Isabel Allende en una entrevista años atrás,
cuando el caso tomó un nuevo impulso.
A puerta cerrada
Con el acumulado de pruebas realizadas en varias
exploraciones al cuerpo del poeta, el equipo de
expertos de varios países se alejó para discutir
en profundidad cada una de las posibilidades que
encierra el caso.
Antes de iniciar la encerrona el 24 de enero
para llegar al informe científico decisivo, el
juez coordinador nacional de derechos humanos
Mario Carroza le dijo a la prensa que “estamos
ad portas de poner término a una investigación
que nos parece ha sido trascendental”.
Cuando en octubre de 2017 el equipo de expertos
nacionales e internacionales determinó que no
fue el cáncer que mató a Neruda, quedó entonces
la duda por resolver de si la infección
generalizada se debió a su cuadro clínico o si
se trató de una acción deliberada dentro del
centro asistencial.
Ante esa cuestión medular por resolver, el juez
Carranza ha matizado que “hay que ver si
efectivamente hay responsables en esa
intervención, o sea, si existen esos terceros.
Si esos terceros son posibles de ubicar,
entonces tendrán que tomarse las decisiones que
sigan relación con sus responsabilidades".
La causa se abrió en 2011, luego que el ex
chofer de Neruda, Manuel Araya, denunciara que
el poeta murió poco después que le aplicaran una
inyección en la clínica donde estaba internado.
El certificado oficial de defunción registrado
el 23 de septiembre de 1973 indica que la muerte
se debió a causa del cáncer de próstata, como
creyeron por décadas los chilenos.
"Me da la impresión de que (los expertos)
traerán conclusiones que pueden ser definitivas
como para que la magistrada que hoy en día tiene
a su cargo la investigación pueda tomar una
determinación definitiva", dijo Carroza a la
prensa.
Servicios de inteligencia han reconocido que
para entonces las fuerzas armadas de Chile, que
para el golpe de estado contaron con el apoyo de
la Central de Inteligencia de Estados Unidos
(CIA), ya contaban con agentes químicos y
bacteriológicos que pudieron utilizar en la
primera etapa de represión y eliminación de
opositores.
Recuentos de defensores de derechos humanos han
calculado que la dictadura de Augusto Pinochet
-que duró de 1973 a 1990- dejó unos 3.200
muertos, unos 38.000 torturados y miles de
desaparecidos.
Un funeral vigilado
El día en que el poeta Pablo Neruda murió, su
casa, conocida como "La Chascona", al pie del
cerro San Cristóbal en Santiago, fue vandalizada.
Quedaron tuberías rotas, puertas y ventanas
destruidas, mueblería volteada que hoy testigos
de aquel hecho han considerado que pudo ser una
acción planificada para evitar el velatorio del
poeta.
Sin embargo, la viuda, Matilde Urrutia, quien
había sacado el féretro gris de la Clínica Santa
María acompañada sólo por su hermana y una amiga
-custodiadas por militares- decidió llevarlo a
casa entre aquel caos.
Los amigos cercanos intentaron hacer un funeral
como pudieron cuando los actos civiles y
políticos estaban proscritos. Neruda y los suyos
estaban en la lista de opositores, muchos
formaban parte del Partido Comunista Chileno y
otras formaciones de izquierda contrarias al
régimen impuesto.
Una testigo sobreviviente, María Cabrioler, dijo
en 2013 que para sorpresa, el funeral se
convirtió en una catarsis y el primer llanto
colectivo por Chile. Ella y su esposo, autor del
libro “Funeral vigilado”, Sergio Villegas,
fallecido en 2005, quien publicó en Alemania los
detalles de aquel suceso, eran amigos de Neruda
y su esposa.
“Se hizo todo para poder velar a Neruda en la
casa, pero no había cómo ordenar nada, el agua
corría por todas partes”, y cuando el cortejo
fúnebre comenzó a recorrer las calles, más y más
personas de todos los estratos se fueron
sumando, recordó.
Se fue nutriendo la multitud de unos pocos a
cientos y quizá el millar, Al llegar al
cementerio, algunos empezaron a entonar lo más
proscrito que podía imaginarse en aquellos días
de sosobra, el himno de la Internacional
Socialista.
“Todo el mundo la cantó, y recordaron a Víctor
Jara, que recién se lo habían entregado a Joan,
su señora, con 40 y tantas balas en el cuerpo. Y
luego empezaron a gritar por Allende y por el
que llevaban también allí, por Pablo".
"Todos llorábamos. Cuando la gente empezaba a
entonar cantos, o los gritos por Víctor Jara,
uno se estremecía, porque sabía lo que había
pasado. Nosotros sabíamos", relató.
La comisión de expertos tiene como límite el 9
de marzo para entregar el esperado informe
científico sobre la muerte del poeta.
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