FRANCISCO RUIZ Leer Entre Líneas: Hacer como que se
hace
Martes 14 de mayo de 2024. María Félix decía que los
recuerdos matan. Difiero. Algunos recuerdos enriquecen y otros
aleccionan. Así, me dispuse a rememorar mi paso por la primaria y la
secundaria. Una anécdota muy recurrente, y me atrevería a decir que ha
sido vivida por todos, es trabajar en equipo con alguien que hace como
que hace, pero en realidad no hace nada.
Tal parece que eso sí lo aprendimos y bien, pues es común padecerlo en
nuestra vida cotidiana. La actividad política no es la excepción.
Simular que se hace, cuando realmente no se hace nada, es más común de
lo que imaginamos y deseamos. Pareciera, casi, un requisito para
participar en la vida pública de nuestros días.
Para comprenderlo, primero analicémoslo por partes. La vida política en
todo sistema democrático, específicamente en nuestra nación, abarca tres
aspectos: la competencia electoral, el ejercicio del poder y la
participación ciudadana.
Ahora sí, empecemos, sólo que esta vez lo haremos por el final.
Referirnos a la participación ciudadana, ya sea directa o
representativa, sin temor a equivocarme, exige de nosotros ejecutar los
planes que tanto elucubramos. Para los ciudadanos, además de informarse,
actualizarse, escuchar y opinar, se requiere de nuestro talento, de
nuestra voluntad y de nuestro sufragio. Pensar en que todo se limita al
día de las votaciones es tener una visión miope. Participar significa
dedicar una parte, aunque sea breve, de nuestro día en enterarnos de lo
que está ocurriendo a nuestro alrededor inmediato y distante, para tomar
decisiones que impactarán de manera colectiva. El civismo abarca desde
la mesura en el volumen de la música a altas horas de la noche hasta el
ánimo de salir a votar; para ello es vital la interlocución con nuestros
semejantes.
Dicen que el primer acto de corrupción de cualquier funcionario es
aceptar un puesto o cargo para el cual no se está preparado. Ya sea
falta de formación o de experiencia, pero aceptar una responsabilidad
para la cual no es apto, además de falto de ética, es un vicio de
origen. Hacer como que trabajan también es simular, también es fallar en
una tarea de equipo.
La competencia electoral, por años, fundó sus actividades en el
corporativismo, en el voto duro. Con la llegada del nuevo siglo, y
particularmente en épocas recientes, el pensamiento de los votantes
dista mucho de aquella realidad. La etapa en la que el “general” mandaba
y la “tropa” obedecía quedó atrás. Se abrió un espacio y el liderazgo lo
aprovechó para superar al cacicazgo. De ahí que muchos actores se
quedaron entrampados en esa forma de pensamiento. Por eso, actualmente
unos hacen como que ordenan y otros como que obedecen, la realidad es
una: simulación.
De acuerdo con Rogelio Hernández Rodríguez: “La política surge de la
sociedad misma, de su desarrollo cotidiano. La política sirve para
resolver problemas de la sociedad, lo que supone estar al frente de las
soluciones y de su aplicación” (El oficio político, Colmex, 2021). Para
lograrlo, el diálogo es imprescindible. No en vano el ágora fue el
epicentro de la democracia en la Antigua Grecia.
Comunicarse es fundamental para hacer política, pero comunicarse de
manera franca, respetuosa y constructiva. Solapar, aparentar y
languidecer son sinónimos de hipocresía. Para que México crezca,
necesitamos crecer nosotros, quitarnos esas telarañas mentales y la mala
costumbre de la (auto)complacencia. Crecer amerita retos, lecciones y
obstáculos, en lo individual y en lo colectivo. Sacarle la vuelta, es
oponernos a ser mejores como personas y como sociedad.
Post scriptum: “Cada uno de los movimientos de todos los individuos se
realizan por tres únicas razones: por honor, por dinero o por amor”,
Napoleón Bonaparte.
*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y
asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
|