Feminicidio de Margarita en Copanatoyac: familiares
exigen justicia
A las cinco de la tarde de este 4 de diciembre de
2023 familiares y amigas despidieron a Margarita Vargas Florentino,
víctima de feminicidio, en la casa de sus padres, en la cabecera
municipal de Copanatoyac, Guerrero. El féretro permanecía en una mesa
con un mantel blanco, dos velas a los lados, el sahumerio, el agua
bendita y las veladoras en el piso. Al fondo, al lado de un moño negro
estaba una corona de flores que decía “descansa en paz, hermanita”. Su
mamá, Guadalupe Florentino, fue la primera que abrazó el ataúd y le
habló mirando su rostro. Lo mismo pasó con su papá, Luis Vargas, y sus
hermanas. Así, familiares cercanos, amigas y vecinos desfilaron uno a
uno para rociar unas gotas de agua bendita.
Con la banda de viento empezó el recorrido rumbo a la iglesia de la
comunidad de Copanatoyac, donde la presentaron ante Dios. El cantor
siguió con los cánticos y habló por Margarita. Ahí, quienes cargaban el
féretro lo levantaron en tres ocasiones. Después de unos minutos
siguieron a su casa, cerca de un río; en ese lugar en el que su
feminicida le arrebató la vida. Dejaron unas flores en forma de cruz
como su último suspiro. Cuando llegaron a la puerta del panteón
municipal varios familiares volvieron a despedirse con agua bendita y
flores. Por última vez volvieron a levantar la caja al cielo en tres
ocasiones. Mujeres y niñas llevaban globos morados para mostrar
sororidad. Algunas señoras susurraban que había mucha gente. A las seis
y media de la tarde el féretro había sido colocado en la tumba. Con todo
el dolor en el corazón, sus padres, hermanas, amigas y vecinos exigieron
justicia.
El sábado 2 de diciembre Margarita se encontraba vendiendo chicharrones
en la calle para ganarse un dinerito. Su hija mayor, de 11 años,
recuerda a su mamá sonriendo como si no pasara nada, pero este día desde
el fondo de su corazón le dijo – “no me dejes sola porque tengo miedo”.
Tenía el presentimiento de que algo iba a pasar, sin imaginar que se
trataba de su muerte. Esperaba poco de su esposo, Pavel Bernabé Rosendo,
porque siempre la golpeaba y se la pasaba alcoholizado y drogado. Esta
vez volvería a repetirse la historia de violencia ejercida por Pavel
Bernabé.
Las horas transcurrieron en la incertidumbre. A las 6 de la tarde la
mayor de sus niñas le pidió permiso para ir a jugar con sus amiguitas,
Margarita no quería porque se sentía sola en este mundo y tenía miedo,
pero accedió con una sonrisa. Después cayeron las sombras de la noche
sobre los caseríos del poblado, solo el ruido de las corrientes del río
distraía un poco el pensamiento.
Al filo de la una de la mañana, sus dos niñas estaban durmiendo, cuando
Pavel empezó a golpear a Margarita. Los vecinos afirman que con toda la
desesperación corría de un lado a otro tratando de defenderse. “Ella
pedía auxilio. La vieron cómo salió de su casa y corrió hacia la barda
(sirve para contener las corrientes del río). Ayúdenme porque mi marido
me quiere matar, decía gritando. Quería escapar por la barda, hay unas
tejas y podía entrar a otra puerta. Yo creo que pensaba en sus niñas, me
van a matar y mis hijas están durmiendo”, relata su hermana Blanca
Estela.
Este domingo, a la 1:40 de la mañana la niña le marcó por teléfono a sus
abuelos: “le dijo mami Lupe (la abuelita) ven a la casa porque mi mamá
está muerta. Entonces nosotros nos levantamos rápido y nos subimos a un
taxi que trabajo para llegar a la casa de mi hija. Era demasiado tarde,
cuando llegamos sus vecinos y policías municipales ya la venían bajando
por las escaleras y luego la subieron a la patrulla. Su cuerpo estaba
tibio, así que la llevamos a un médico, pero no hubo ni un consultorio
abierto, menos el centro de salud. Nadie quiso atender a mi hija. Nos
tuvimos que trasladar al hospital de Tlapa, ahí la entubaron, pero diez
minutos más tarde los médicos confirmaron que ya no tenía signos de
vida. Pensamos que todavía estaba viva porque estaba calientita, pero
no, ya estaba muerta. Nos tardamos mucho andar buscando médicos aquí,
perdimos tiempo, si no quizá la podíamos salvar de la muerte”, comenta
Luis Vargas, papá de Margarita.
En el hospital de Tlapa no quisieron darles el cuerpo porque la iban a
trasladar al Semefo de Chilpancingo para hacerles los estudios de
necropsia correspondiente. La familia tuvo que ir a interponer la
denuncia ante el ministerio público a las 7 de la mañana. Josefa Rosendo
Cisneros, madre de Pavel Bernabé Rosendo, “ya estaba en las oficinas del
MP con el abogado del ayuntamiento de Copanatoyac, Jonathan. ¿Si no es
culpable por qué metió a un licenciado? Se supone que es su nuera, era
para que la apoyara. Es muy posible que haya un acuerdo entre la señora
y el presidente de Copa. Nosotros como dolientes no tenemos abogados, y
no tenemos miedo de alguna cosa que pase. Sabemos que la familia del
muchacho tiene poder y dinero”, afirma don Luis.
La familia asegura que Pavel Bernabé Rosendo es el feminicida. Los
recurrentes hechos de violencia no necesitan de mucha demostración para
decir que Margarita (Mago como le decían sus vecinas) padecía la
violencia machista de su esposo. Doña Guadalupe Florentino fue testigo
de las agresiones que sufría su hija. No podía hacer mucho porque
también era amenazada. Su familia tiene dinero y puede torcer la ley.
Josefa Cisneros, madre del agresor Pavel, tiene la versión compartida
con los policías municipales que “Margarita se ahorcó sola, pero es
difícil. Mi hija ya no quería estar con su esposo, pero él luego llegaba
a las 2 de la mañana a azotar la puerta, la amenazaba y se la llevaba a
fuerza. En muchas ocasiones nos amenazó. Una vez mi hija quería subirse
al carro para ir a comprar su almuerzo, pero la bajó con violencia
porque dijo que ella no se manda sola. Es culpable”, afirma don Luis.
“Hay una demanda que mi hermana interpuso con un licenciado de Tlapa que
ya no quiso proceder, la quitó. También lo demandó por pensión porque ya
lo había dejado, el licenciado le pidió el 40 por ciento,
correspondiente a 4 mil pesos. Sin embargo, él la volvió a ganar hasta
que la sacó de la casa el 3 de noviembre de este año. Perdimos
comunicación con ella porque ya no tenía teléfono, ya no salía y cuando
la encontrábamos se iba rápido. Ya me voy porque voy a traer el
almuerzo, decía. Siempre sufrió maltrato por él y por su suegra. Por eso
decidimos que en el sepelio de Margarita no se presentara la señora
Josefa porque ella también le pegaba, cuando su hijo la golpeaba”,
señala Blanca Estela.
De acuerdo con los vecinos de Copanatoyac Pavel Bernabé tiene
antecedentes penales, recientemente lo encontraron con drogas y armas de
fuego. Estuvo en la cárcel de Acapulco alrededor de tres meses. Después
de que salió de la cárcel los problemas aumentaron, más porque él tenía
otra mujer. Margarita se dio valor y fue a interponer las demandas. Las
amenazas escalaron al punto de decir “no sabes de lo que soy capaz de
hacerte”. Las niñas le tenían miedo porque llegaba drogado y agresivo.
“Como familia queremos que se investigue y se castigue al responsable
del feminicidio de mi hija. Ojalá Dios quiera que se haga justicia, sólo
él sabe. En las autoridades no tenemos esperanzas, por ejemplo, en el
caso del doble feminicidio de Kenia y Abelina en Tlalquetzalapa se puso
la denuncia y no funcionó, esto va a pasar igual. Yo le decía ayer a la
gente del ministerio público qué garantía tenemos, sólo me dijeron pues
ayúdenos, apóyenos. Hay personas que tienen dinero, y como dice el
dicho, con dinero baila el perro”, don Luis.
La supervisora de prescolar Josefa y su hijo, el licenciado Pavel no
sólo tienen el poder, sino que tienen dinero. Las niñas se van quedar
con ellos, pero la familia de Margarita buscará la forma de
recuperarlas. Tiene el temor fundado de que es difícil creer en la
justicia, tantas cosas han pasado y nunca ha funcionado. A los agresores
los agarran y luego los sueltan. El presidente de Copanatoyac, Eleuterio
Reyes Calleja, ni se inmuta ante los feminicidios acaecidos en su
municipio. Al contrario, alienta a la violencia y a la repetición de
hechos violentos, dejando en libertad a los feminicidas. Los policías
municipales fueron los que primero llegaron a la escena del crimen,
manipulando cualquier indicio o huellas para ocultar la verdad y
entorpecer las investigaciones. Un cuchillo que estaba cerca de la
cuerda de un metro con la que mataron a Margarita desapareció después de
que llegaron los policías. Ya no hay confianza en las autoridades, menos
con el gobierno municipal. En la fiscalía regional de Tlapa les
prometieron que van a apoyar, “a ver si de veras y mañana vemos a ver
qué sale. Vamos a seguir exigiendo justicia”.
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