Julia: la enfermera enamorada de las vacunas, que
salva indígenas en México
14 Mayo 2024 Salud
A pesar de la dificultad de distribuir de servicios de salud a
comunidades indígenas en México, la enfermera Julia Paredes López, con
30 años de servicio, monta caballos y se viste de tarahumara para llevar
vacunas a zonas remotas del pais, acentuando su perseverancia y
compromiso con la salud pública.
“A los 17 años fui a una localidad que se llama Loreto, ahí vi cómo
enterraban a niñas, niños y adultos a causa del sarampión”, recuerda
Julia Paredes López a la hora de contar cómo empezó su vocación.
Ahora es supervisora estatal del Programa de Vacunación Universal en
Chihuahua. Su compromiso con la salud pública se forjó con las
experiencias acumuladas en sus más de tres décadas como enfermera.
Aquella experiencia la marcó a muy temprana edad. "Por eso soy una
enamorada de las vacunas y siempre le transmito a la gente que las
vacunas salvan vidas", enfatiza Julia, de 50 años y quien comparte su
historia con ONU México en el marco del recientemente celebrado Día
Internacional de la Enfermería (12 de mayo) para hablar sobre su
trayectoria y cómo las enfermedades prevenibles pueden tener un impacto
profundo en las comunidades y la importancia de la inmunización.
En otra ocasión, en 1991, se enfrentó a lo que parecía ser un caso de
poliomielitis. "Caminamos todo un día para llegar a la localidad llamada
Las Papas. Ahí tomamos muestras y vacunamos a unos 15 niños tarahumaras.
Luego resultó que no era poliomielitis, el niño había comido una hierba
llamada cacachila y fue la que le ocasionó parálisis flácida", explica.
Antes de tener el diagnóstico, la enfermera tuvo que regresar a la
comunidad para realizar un cerco vacunal. "Pregunté qué comían los
niños, recolecté hierbas y las mandaron a laboratorio y se encontró qué
hierba había comido", añade.
Perseverancia y convicción
En Chihuahua, estado del norte de México que colinda con Estados Unidos,
los desafíos geográficos complican la distribución de servicios de
salud. Con una extensión territorial considerable y una topografía
diversa que va desde desiertos áridos hasta montañas escarpadas, llegar
a todas las comunidades, especialmente las más remotas, puede resultar
todo un reto.
Las largas distancias y las condiciones climáticas también pueden
dificultar el acceso a la atención médica y la distribución de vacunas,
lo que requiere un esfuerzo coordinado y perseverante por parte de los
profesionales de la salud como Julia, quien no ha dudado en montar a
caballo o caminar por días para llegar a las poblaciones que necesitan
ser atendidas.
“Tengo muchas anécdotas e historias de personas que se lograron salvar
con la vacuna antirrábica. Atendí pacientes que fueron agredidos por
murciélagos, zorrillos u otros animales… Me hablaban por radio y yo iba
hasta donde estaban para aplicarles inmunoglobulina. Me tocaba caminar
mucho y a veces cuando llegaba los pacientes ya tenían un estado general
muy deprimido y no se salvaban, pero cuando sí lo hacían era una alegría
muy grande”, cuenta la enfermera.
Su vínculo con la salud pública comenzó de manera fortuita cuando, a los
16 años, brindaba apoyo a un médico pasante en el pueblo de Batopilas,
Chihuahua, que se ubica en la frontera con Sinaloa. Esta experiencia la
llevó a descubrir su pasión por la salud y la medicina.
Compromiso con la salud pública
Originaria de Cerro Colorado, municipio de Batopilas, Chihuahua, Julia
creció en un entorno donde la atención médica era escasa. Esta realidad
la impulsó a comprometerse aún más con su labor, convirtiéndose en una
figura vital en la provisión de servicios de salud en su comunidad y más
allá. Ella sola atendió 1500 partos y es madrina de bautizo de 25 niñas
y niños.
Para poder entrar a las comunidades indígenas, adoptó la vestimenta
tradicional y aprendió algunas palabras, con ello pudo ganarse la
confianza de los pueblos y brindarles atención médica. Ha recorrido
largas distancias a caballo para vacunar a los tarahumaras y otras
comunidades remotas, superando barreras lingüísticas y culturales para
asegurar que todos tengan acceso a las vacunas.
También ha sido testigo de la evolución del programa de vacunación a lo
largo de los años, enfrentando desafíos como la disminución de las
coberturas y la propagación de información falsa en las redes sociales.
En este contexto, reconoce el papel crucial que desempeña la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el fortalecimiento de los
programas de vacunación en México y en toda la Región de las Américas
para garantizar la salud de la población.
Julia es prueba del poder transformador de la dedicación y el compromiso
con la salud pública, un recordatorio de que, incluso en las
circunstancias más difíciles, cada esfuerzo por promover la vacunación
puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
|