LeerEntreLíneas: INCERTIDUMBRE ELECTORAL
Por Francisco Ruiz*
Martes 2 de abril de 2024. Inseguridad, inquietud, desasosiego,
indecisión, vacilación, duda, recelo, sospecha, todas esas palabras son
sinónimos de “incertidumbre”, de acuerdo con el Diccionario de la lengua
española. La misma fuente, considera como antónimo de dicha palabra a:
certeza, certitud, evidencia, verdad, seguridad, convencimiento,
convicción. De tal suerte que la incertidumbre es el estado o situación
que más puede repudiarse en política, específicamente durante la etapa
electoral.
Es cierto que los actuales procesos electorales federal y locales serán
los más grandes del siglo XXI. El día de la elección, en las casillas,
habrá boletas al por mayor. Por lo menos, en Baja California elegiremos
presidente, senadores, diputados federales, ayuntamientos, así como,
diputados locales. También es cierto que los recortes presupuestales y
la franca acometida en contra de la autoridad electoral por parte del
oficialismo, la afectó notablemente. El resultado lo estamos padeciendo.
El Instituto Nacional Electoral (INE), los Organismos Públicos Locales
Electorales (OPLE), y todos los ciudadanos que en ellos laboran, ya se
trate de funcionarios de carrera o eventuales, se enfrentan a las
limitaciones que conlleva la supuesta “austeridad republicana”.
Ahora, el INE y los OPLE, en muchos aspectos, ofrecen un alto grado de
incertidumbre. Si bien estamos conscientes de que se trata de dos
procesos electorales paralelos, el desarrollar un proceso a partir de
septiembre y otro desde diciembre, genera confusiones en lugar de
claridad.
Allende de ello, la conformación de coaliciones electorales parciales o
flexibles, donde algunos partidos políticos suman esfuerzos en torno a
un puesto de elección popular (como es el caso de la Presidencia de
México), pero compiten para otros puestos (como las curules en el Senado
de la República), mientras en un tercer panorama van más que revueltos
(en las diputaciones federales algunos distritos van en alianza y otros
en lo individual). Es decir que hay de chile, dulce y de manteca.
A ello debemos sumarle casos locales como el de Baja California, donde,
en diciembre del año pasado, se registraron dos coaliciones: una
oficialista (integrada por cuatro partidos, dos nacionales y dos
estatales), y opositora (formada por los dos partidos más antiguos,
relegando al tercero). Finalmente, la primera coalición se redujo,
mientras que la segunda se disolvió.
¡Todo esto ocurre en medio del proceso electoral! En una etapa en la
cual los ciudadanos deberíamos de estar informándonos sobre los
perfiles, antecedentes y propuestas que cada uno ofrece. Por el
contrario, a un procedimiento por sí mismo complejo, le sumamos
confusión e incertidumbre.
Si a lo revuelto de las aguas le sumamos el alto índice de
abstencionismo que se registra durante cada elección, sería bueno
preguntarnos si: ¿este panorama se vislumbró desde el año pasado y ese
fue el objetivo de quienes lo motivaron? ¿Qué tan confiable puede ser
una elección donde la incertidumbre es la que impera? ¿Qué tan legítima
resulta una elección donde la democracia no es el gobierno de las
verdaderas mayorías? Con esto, quiero aclarar, que no se trata de una
desconfianza o desacreditación de nuestro sistema democrático, sino por
el contrario, esto demuestra que es necesario su fortalecimiento,
profesionalización y, particularmente, la participación de las
verdaderas mayorías, tanto mediante nuestro sufragio como en el
organigrama de la autoridad electoral. Las elecciones son por, para y
con los ciudadanos, ¡no hay más!
Sólo la certidumbre electoral puede ofrecer certeza política, y hay que
tener muy presente que las decisiones que delegamos a nuestros
representantes populares a través de las urnas son las que repercuten y
repercutirán en nuestro día a día.
Post scriptum: “Tan tranquilas son las personas honradas y tan activas
las pícaras, que a menudo es necesario servirse de las segundas”,
Napoleón I (Bonaparte).
*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y
asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
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