#LeerEntreLíneas: PRESIONES EXTRANJERAS

Por Francisco Ruiz*
Martes 25 de febrero de 2025. Fiel a mi formación internacionalista,
casi al culminar mis estudios superiores comencé a trazar la estructura
de lo que sería la investigación requerida para mi tesis. El título
quedó grabado en mi memoria y continúa tan fresco cómo entonces:
“México: expansión externa, recesión interna”. El objetivo fue señalar
cómo, en los primeros años de este milenio, había una disparidad entre
las agendas nacional e internacional de nuestro país.
Si bien, el diseño de toda política pública es complicada por el origen
mismo que tiene, es decir, las demandas sociales y su percepción por
quienes son los responsables de construir tales políticas, también es
cierto que responden a las directrices (preferencias o prioridades), de
quien lidera el gobierno en turno. De ahí que, dada la realidad que
impera a nivel mundial desde mediados de los años 80, la política
exterior es fundamental para prácticamente todas las naciones.
Según el diccionario panhispánico del español jurídico de la Real
Academia Española (RAE), la política exterior se define como el:
“Conjunto de decisiones y acciones de un Gobierno en sus relaciones con
otros actores de la escena internacional, con objeto de definir,
promover, desarrollar y defender los valores e intereses del Estado en
el exterior”. La política exterior de nuestro país es determinante, lo
ha sido particularmente desde la década de 1990 cuando, además de
intensificar la agenda diplomática, se dio un giro al modelo económico y
comercial para dejar atrás las prácticas arcaicas y dar paso a la
integración global, que no necesariamente se reflejó en justicia social.
En México, la conducción de la política exterior es responsabilidad del
Poder Ejecutivo federal, la cual, de acuerdo con lo dispuesto en la
fracción X del artículo 89 constitucional, responde a las siguientes
características: la autodeterminación de los pueblos; la no
intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de
la amenaza o el uso de la fuerza; la igualdad jurídica de los Estados;
la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la
protección y promoción de los derechos humanos, y la lucha por la paz y
la seguridad.
Como es sabido, la persona titular del Ejecutivo federal se auxilia de
un gabinete legal y uno ampliado para atender sus responsabilidades. De
ahí que la ejecución de la política exterior se delega a la Secretaría
de Relaciones Exteriores, conforme a lo estipulado en el artículo 28 de
la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, así como en el
artículo 1º de la Ley del Servicio Exterior Mexicano. Por su parte, el
Senado de la República tiene la facultad de: “Analizar la política
exterior desarrollada por el Ejecutivo Federal...Además, aprobar los
tratados internacionales y convenciones diplomáticas que el Ejecutivo
Federal suscriba, así como su decisión de terminar, denunciar,
suspender, modificar, enmendar, retirar reservas y formular
declaraciones interpretativas sobre los mismos”, como dicta la fracción
I del artículo 76 de la Carta Magna.
Hoy, el reto ante los contextos que se viven en las distintas regiones
del planeta obliga a México a reafirmar su presencia y liderazgo en el
extranjero en medio de presiones internacionales. Las presiones
extranjeras siempre han existido y continuarán existiendo. Sin embargo,
contrario a lo que muchos pudieran creer, tales presiones no responden a
la confrontación sino al diálogo y al acuerdo. Ahora sí que: “Hablando
se entiende la gente”. Para ello siempre hay que echar mano del respeto,
templanza y tolerancia. Eso sí, sin dejar de lado la firmeza, dignidad
y profundo amor a la patria. Afortunadamente, como se dice
coloquialmente, para eso las mujeres se pintan solas.
Post scriptum: "La diplomacia es la política en traje de etiqueta”,
Napoleón I (Bonaparte).
*El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y
asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).