Como la sonrisa que la
caracterizó y con la que aparece en una gran cantidad de
registros fotográficos, el trabajo de Nancy Cárdenas en
la vida cultural y política de México fue formidable: no
solo fue actriz, sino que también se desempeñó como
dramaturga, directora de teatro, crítica, escritora,
guionista, poeta, locutora y activista. A este último
aspecto de su vida le dedicó una gran cantidad de
energía, pues su pasión como creadora y su profundo
interés por la justicia social caminaron de manera
paralela a lo largo de su trayectoria profesional. Este
inseparable binomio de su cualidad como artista es una
de las razones por las cuales la propia Cárdenas llegó a
describirse a sí misma como una “guerrillera disfrazada
de artista”, tal como fue consignado en una entrevista
de 1981:
“De estudiante, partí de una inquietud social fuerte,
como miembro del Partido Comunista, y podría haber
derivado en tomar un arma, pero incursioné en el arte.
Sí, lo admito, yo estoy consciente de que se haga un
teatro de provocación, sigo siendo una ‘guerrillera
urbana’ disfrazada de artista”1.
La rebeldía que le era propia y su interés por las
causas justas se vieron reflejadas en su nada pasiva
actividad política. Desde su interés por convertirse en
la directora de la sociedad de alumnos de la Facultad de
Filosofía y Letras, pasando por su afiliación al Partido
Comunista y su participación en movimientos
estudiantiles, hasta su profundo compromiso con el
movimiento de liberación homosexual y el feminismo,
Nancy Cárdenas demostró que para ella lo social y lo
político no estaban desligados de la creación artística,
convirtiéndose en un referente pionero del activismo por
los derechos de lesbianas y homosexuales, y en una
directora que se enfrentaba a un panorama teatral
mexicano en el que las mujeres se abrían paso en una
actividad dominada históricamente por los hombres.
Esta cercanía entre sus preocupaciones sociales y su
actividad como creadora desembocó en diversos proyectos
teatrales que hacían patente su visión respecto a los
derechos humanos de las personas de la diversidad
sexual. Uno de ellos fue el montaje de Los chicos de la
banda, una adaptación de la famosa obra de Mart Crowley
que fue versionada y dirigida por Nancy Cárdenas y
llevada a escena en 1974 en el Teatro de los
Insurgentes.
Dicha puesta en escena fue objeto de censura, pues el
delegado de Cuauhtémoc en la Ciudad de México, Delfín
Sánchez Juárez, prohibió su presentación al considerar
que la obra podría “dañar a personas sin criterio”2.
Ante la censura fue emitida una carta dirigida al
entonces presidente Luis Echeverría Álvarez, y firmada
por cerca de 200 figuras del medio artístico, para
exigir el ejercicio de la libertad de expresión; además,
se realizó una manifestación que partió del Hotel de
México con dirección al Zócalo, y en cuyas filas se
hallaban figuras como Ignacio López Tarso, Carmen
Salinas, Carlos Monsiváis, Tina Galindo, entre otros.
Finalmente, luego de que el regente del entonces
Distrito Federal, Octavio Sentíes Gómez, diera respuesta
a las exigencias por la libertad de expresión, la puesta
en escena se presentó.
La censura de Los chicos de la banda puso de manifiesto
el conservadurismo de cierto sector de la sociedad
capitalina de aquella época, y se sumó a uno de los
múltiples capítulos de las luchas ideológicas en las que
los conservadores pugnaban su deseo por silenciar e
invisibilizar a los que consideraban diferentes o
inmorales, pero también demostró el talante de Cárdenas
por defender sus ideales y por llevar a los escenarios
historias sobre las experiencias y luchas de las
personas de la diversidad sexual, historias que ponían
en evidencia el cambio ideológico y moral por el que
atravesaba la sociedad mexicana en la segunda mitad del
siglo XX.
“El lesbianismo, el homosexualismo y en general todos
los movimientos de las minorías están tomando auge
porque todas esas personas quieren hacer valer sus
derechos humanos para tener respeto a su preferencia
sexual […] ¡Me parecen sucesos maravillosos! Porque
considero que sin esas luchas el siglo XX no se
diferenciaría del siglo XIX en la cuestión moral”3,
señaló Cárdenas en una entrevista acerca de estos
movimientos políticos.
En 1980, puso en escena Las amargas lágrimas de Petra
Von Kant, de Rainer Werner Fassbinder, una historia que
tenía por protagonistas a dos mujeres lesbianas. En
1988, en plena crisis desatada por el inicio de la
pandemia del VIH, Cárdenas montó Sida… así es la vida,
de William Hoffman, con la cual buscó generar conciencia
en torno a la discriminación que enfrentaban las
personas que vivían con VIH. A principios de la década
de 1990 montó Sexualidades, una obra escrita por ella
misma en la que una vez más usaba el escenario teatral
como una caja de resonancia para la reivindicación de
los derechos de las personas de la diversidad sexual.
Pero la provocación que impulsaba Nancy Cárdenas no fue
solo desde los escenarios del teatro o en las páginas de
sus publicaciones, sino también desde el activismo.
Nancy Cárdenas es considerada pionera del movimiento
LGBT de nuestro país, pues se convirtió en una ferviente
defensora —y en la cara pública— de sus causas y
reivindicaciones. Ella misma llegó a calificarse como
“La lesbiana de México”4, pues su trabajo pionero y
visibilidad como mujer lesbiana contribuyeron
notablemente a que tuviera lugar el nacimiento del
movimiento de liberación homosexual en nuestro país.
A principios de la década de 1970 la casa de Nancy
Cárdenas se convirtió en sede de las primeras reuniones
de personas homosexuales que buscaban organizarse
políticamente. Entusiasmada por las revueltas que se
habían desatado a raíz de la represión de homosexuales
en el bar Stonewall en Nueva York en 1969, la
coahuilense abrió las puertas de su departamento en San
Pedro de los Pinos en la Ciudad de México para
semanalmente albergar reuniones en las que se leían
libros y documentos sobre la liberación homosexual5.
Estas reuniones terminarían por conformar el Frente de
Liberación Homosexual, considerada la primera
organización a favor de los derechos de las personas de
la diversidad sexual en nuestro país.
En 1974 fue invitada a participar en el popular programa
24 Horas, conducido por Jacobo Zabludovsky, para
comentar la noticia de un hombre que había sido
despedido de su trabajo por ser homosexual; en su
intervención, Cárdenas defendió el derecho de las
personas homosexuales a vivir libremente su sexualidad,
y argumentó en contra de las ideas que equiparaban la
homosexualidad con una enfermedad. Este hecho,
considerado histórico por su falta de precedentes, fue
descrito por el escritor Carlos Monsiváis de la
siguiente manera:
“Aceptaste la invitación de Jacobo Zabludovsky y fuiste
a comentar positivamente, por vez primera en la
televisión, los derechos de las minorías, la
homosexualidad responsable, la característica de
elección libre tan opuesta a la noción de ‘enfermedad’.
Millones vieron el programa (incrédulos, supongo) y fui
testigo en un restaurante del número de los que se te
acercaban y felicitaban. Para ellos tú inaugurabas algo
en México: el valor civil en materia de opciones
sexuales”6.
Asimismo, en 1975 se sumó a la firma del manifiesto
Contra la práctica del ciudadano como botín policiaco,
un texto redactado por Carlos Monsiváis y publicado en
las páginas de La cultura en México, suplemento de la
revista Siempre que era dirigido por el propio escritor.
El principal objetivo de la publicación era denunciar la
criminalización de la homosexualidad, así como poner
alto a la represión y la violencia policíaca a la que
comúnmente se enfrentaban las personas homosexuales.
Además de Cárdenas, el documento fue firmado por otras
importantes figuras intelectuales, artistas y
escritores, como Juan Rulfo, Elena Poniatowska, José
Revueltas, Manuel Felguérez, José María Pérez Gay, entre
otros.
El 2 de octubre de 1978 Nancy Cárdenas formó parte de un
contingente de personas homosexuales que participó en la
marcha conmemorativa por los 10 años de la represión del
movimiento estudiantil de 1968, esta manifestación es
considerada un preámbulo de la primera marcha del
orgullo LGBTI en nuestro país, la cual tuvo lugar apenas
un año después.
Así como Cárdenas fue una ferviente defensora de los
derechos de las personas de la diversidad sexual, no lo
fue menos con el feminismo. Para ella, el feminismo era
“la conciencia que adquiere la mujer al darse cuenta de
que siempre ha sido sojuzgada históricamente”7. Y como
proceso de concientización, para Cárdenas el feminismo
era una especie de “iluminación”, tal como lo escribió
en De la conciencia feminista como un incómodo tesoro,
un ensayo publicado en el número inaugural de la revista
Fem en 1976. Entre otros argumentos, en dicho texto
sustentaba los vínculos entre el movimiento de
liberación homosexual y el movimiento feminista, a la
vez que exponía el abordaje de algunos de sus trabajos
teatrales desde la idea de la conciencia feminista.
“La conciencia feminista nunca llega como un regalo. Es
más bien una iluminación paulatina que se va apoderando
de una persona sin que ésta pueda hacer nada por
impedirlo a menos que esté furiosamente entrenada para
el sometimiento”8, escribió la directora teatral.
Como vimos la labor política y artística de Nancy
Cárdenas podría describirse como versátil, hiperactiva,
consecuente, congruente con diversas causas sociales,
inagotable y, sobre todo, incansable. Su vida en el
mundo del arte inició desde muy joven y desde entonces
no paró: estudió la maestría en Arte Dramático en la
Facultad de Filosofía y Letras; estudio en la
Universidad de Yale como resultado de una beca otorgada
por la OEA; colaboró en diversas revistas escribiendo
sobre cultura y política; publicó dos libros de poesía
titulados Vuelo acordado (1971) y Cuadernos de amor y
desamor (1994); dirigió Cuatro a las 11, programa sobre
teatro transmitido por Televisa; colaboró como actriz en
el prestigioso grupo de teatro Poesía en voz alta; creó
y condujo en Radio UNAM el programa El cine y la
crítica; se dedicó a la producción radiofónica e incluso
apareció en fotonovelas. Además de trabajar como actriz
en múltiples obras de teatro, se desempeñó como
dramaturga y directora poniendo en escena obras como El
efecto de los rayos gamma sobre las caléndulas, ¡Ah qué
mujeres!, Lo que vio el mayordomo y Pedro Paramo, por
nombrar solo algunas.
Queda hacer justicia a Nancy Cárdenas a través del
ejercicio de la memoria: que su nombre, sus aportes al
movimiento LGBT, su defensa del feminismo, su poesía, su
labor por la cultura y su formidable trabajo en el
teatro mexicano no se olviden y que permanezcan en la
memoria como una obra que allanó el camino para futuras
generaciones.
1. Picos, Luz Elena. “Soy una guerrillera disfrazada de
artista”, El Mexicano, 1981. Consultado en: García,
Angélica. Nancy Cárdenas. Género y escena, CONACULTA /
INBA-CITRU, México, 2013.
2. “Ante el presidente Echeverría elevan una protesta
contra la censura”, Esto, 15 de marzo de 1974.
Consultado en: García, Angélica. Nancy Cárdenas. Género
y escena, CONACULTA / INBA-CITRU, México, 2013.
3. Ramírez, José Luis. “Nancy Cárdenas llama avance al
homosexualismo”. El Fígaro. 17 de julio de 1979.
Consultado en: García, Angélica. Nancy Cárdenas. Género
y escena, CONACULTA / INBA-CITRU, México, 2013.
4. Velázquez, Carolina. "Las sociedades de injusticia
nos obligan a ser héroes: Nancy Cárdenas". La Jornada, 1
de febrero de 1993. Consultado en: García, Angélica.
Nancy Cárdenas. Género y escena, CONACULTA / INBA-CITRU,
México, 2013.
5. Cfr. Cano, G. (2013, octubre 1). Recordando a
Monsiváis, Gabriela Cano. Debate Feminista, 48.
6. Monsiváis, Carlos. (1994, septiembre 1). Envío a
Nancy cárdenas: activista ejemplar. Debate Feminista,
10.
7. Ramírez, José Luis. “Nancy Cárdenas llama avance al
homosexualismo”. El Fígaro. 17 de julio de 1979.
Consultado en: García, Angélica. Nancy Cárdenas. Género
y escena, CONACULTA / INBA-CITRU, México, 2013.
8. Cárdenas, Nancy. “De la conciencia feminista como un
incómodo tesoro”, Fem, Vol. 1 (octubre-diciembre, 1976).
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