Proyecto ferroviario en Sonora amenaza ecosistemas
frágiles
Publicado por Mongabay
por Dawn Marie Paley en 14 noviembre 2023
La construcción —a manos del Ejército— de un ferrocarril de carga
adicional que unirá el municipio sonorense de Ímuris con la ciudad
fronteriza de Nogales ya está en marcha en el noroeste de México, a
pesar de que no se ha informado públicamente sobre su licencia
ambiental.
Los habitantes del municipio de Ímuris, donde las vías atravesarían
aproximadamente 200 propiedades, se enteraron del proyecto por un
programa de radio. A pesar de la falta de consulta pública, las
autoridades dicen a los residentes que se oponen a las vías que no hay
nada que hacer.
Según el Ejército, el proyecto debe estar finalizado antes de que el
presidente Andrés Manuel López Obrador deje el cargo, en 2024.
El proyecto afectaría al Valle del río Cocóspera, una fuente de agua
clave para las comunidades locales y un importante corredor migratorio
de norte a sur para especies amenazadas como jaguares y ocelotes.
En el árido noroeste de México, el río Cocóspera es un oasis que da vida
a un bosque cubierto de musgo en el corazón del desierto de Sonora. El
afluente desemboca en acantilados de color rojizo salpicados de cactus
llamados saguaros, llenando la presa El Comaquito. Desde allí, fluye
hacia el municipio de Imurís, y luego viaja hacia el suroeste a través
de una serie de canales, llevando un suministro vital de agua a las
decenas de miles de personas que viven río abajo.
Carlos Kempton Torres es un granjero cuya familia ha dependido del agua
del río Cocóspera durante generaciones. A principios de este año, se
enteró del plan del gobierno del estado de Sonora de construir una nueva
línea de ferrocarril para trenes de carga que aumentaría la capacidad de
la actual vía férrea entre Guaymas, ciudad del sur de Sonora, y Nogales,
en la frontera entre Estados Unidos y México, a unos 69 kilómetros al
norte de Ímuris.
El proyecto, que se desarrollaría a las afueras de Ímuris, atravesaría
también la granja familiar de 20 hectáreas de Kempton Torres, así como
el Valle del río Cocóspera. De construirse, las vías aislarían la casa y
el pozo de agua de Kempton Torres del resto de su propiedad. La
construcción de la línea férrea está muy avanzada río arriba de Ímuris,
pero aún no han llegado al municipio.
Kempton Torres dice que está preocupado por la posible amenaza al río.
“A lo largo de este tramo, dondequiera que perfores un pozo, hay agua,
agua potable”, dice señalando hacia un campo verde. “Sin agua, no somos
nada”.
Los representantes del gobierno le prometieron a Kempton Torres que si
se construyen las vías, los daños ocasionados serán remediados. Pero él
es escéptico: le dijeron lo mismo antes de que se construyeran dos
líneas de suministro de gas natural a través de su propiedad. “Talaron
todos los árboles y todo lo que encontraron a su paso”, dice. Hasta hoy,
el derecho o servidumbre de paso de las líneas de gas sobre sus tierras
es estéril.
Los habitantes de Ímuris, municipio que cuenta con poco más de 12 000
habitantes, se enteraron del proyecto a principios de febrero, cuando
una emisora de radio local de Nogales lo comentó durante una transmisión
en vivo. Se pusieron en contacto con la emisora para pedir más
información y les enviaron un archivo con un mapa que abrieron en Google
Earth. El mapa mostraba una línea amarilla que se separaba de las vías
existentes, que conectan el puerto de Guaymas con Nogales, marcadas en
rojo. Las nuevas vías atravesarían Ímuris, irían paralelas al sistema de
canales de la ciudad, seguirían el río Cocóspera hasta la presa de
Comaquito, atravesarían el rancho de conservación El Aribabi antes de
virar hacia el norte y volver a conectar con las vías originales. Los
imurenses empezaron a difundir el documento y algunos empezaron a
alarmarse: según la imagen, las vías atravesarían casi 200 casas.
Los habitantes recibieron, a solicitud, un archivo de mapa de Google que
muestra la extensión del proyecto después de enterarse por radio sobre
el ferrocarril propuesto.
Mapa que alertó a los habitantes de Ímuris sobre la extensión del
proyecto ferroviario.
Una semana después, el gobierno de Sonora convocó una reunión sobre el
nuevo ferrocarril en la oficina que el ejido tiene en el municipio.
“Cuando nosotros (el Ejército) desarrollamos o supervisamos un proyecto,
buscamos las mejores opciones para que pueda completarse”, dijo a los
asistentes Ignacio Casanova, mayor del Ejército mexicano. Agregó que las
vías tenían que terminarse rápidamente, antes de que el presidente
Andrés Manuel López Obrador deje el cargo el próximo año.
“Llevamos tiempo trabajando en este proyecto. Empezamos cerca de
Nogales, pero no estábamos seguros de poder terminarlo en el tiempo que
tenemos, lo que nos llevó a buscar líneas en la misma ruta que
garanticen los mejores resultados en términos económicos y de tiempo”,
dijo Casanova. “Nos dicen ‘haz esto’ y hay que hacerlo”.
Los habitantes de Ímuris reunidos en la sala estallaron en descontento,
exigiendo conocer la propuesta del proyecto.
Después de esa reunión, el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo Montaño,
miembro del partido gobernante Morena, dijo que el mapa que mostraba la
primera línea era falso. Pero María Betania Martínez Ríos, síndica
municipal —cargo de elección popular— de Ímuris, dice que el año pasado
recibió el mismo expediente de funcionarios del gobierno estatal.
“Llegó a mi despacho un proyecto de una línea de tren que procedía del
gobierno del Estado”, cuenta Martínez en una entrevista con Mongabay. La
extensión desconocida del archivo le impidió abrirlo en su computador.
“Intenté abrirlo en mi móvil, y cuando por fin lo hice, vi que cruzaba
justo por Ímuris”. Más tarde fue invitada a una videoconferencia
organizada por el gobierno de Sonora sobre el proyecto, a la que
asistió, pero dice que entendió poco de la discusión altamente técnica.
Martínez Ríos recuerda que más tarde le mostraron imágenes impresas de
la línea de tren modificada. Seguía atravesando la ciudad. Desde
entonces no ha recibido más información sobre el proyecto, asegura, ni
sobre los permisos municipales de los que su oficina es la encargada de
emitir.
La información sobre el proyecto sigue siendo escasa. El grupo
ecologista Defensa Ambiental Noroeste obtuvo una copia de un contrato de
91,8 millones de pesos (unos 4,5 millones de dólares en el momento de la
firma) entre el Ejército mexicano y Key Capital, una empresa privada de
consultoría logística con sede en Ciudad de México. En él, la compañía
se compromete a elaborar un estudio detallado del ferrocarril propuesto
para enero de 2023. El Ejército rechazó la petición de Mongabay para
obtener más información, diciendo que el proyecto está “en proceso de
consolidación”.
“Debería haber un proyecto ejecutivo, que debería estar aprobado antes
de que empiecen las obras, pero no lo tenemos”, dice Alejandra Castro
Valencia, subsecretaria de Desarrollo Urbano de la Secretaría de
Infraestructura y Desarrollo Urbano (SIDUR) del gobierno del estado de
Sonora.
Los informes de gastos de viaje reportados en línea por miembros de la
SIDUR en los últimos 12 meses incluyen imágenes en blanco y negro de
funcionarios en camionetas con soldados, y revelan que desde mayo de
este 2023 ya había comenzado la construcción de la línea ferroviaria.
Durante una visita a las obras a finales de septiembre, Mongabay vio
maquinaria pesada despejando el terreno para el derecho o servidumbre de
paso y rellenando los terraplenes de aproximadamente 20 kilómetros de
una carretera rural al noreste de Ímuris. Hasta la fecha, no hay
información pública disponible sobre si el proyecto se ha sometido a una
evaluación ambiental. Una portavoz de la Secretaría de Medio Ambiente y
Recursos Naturales (Semarnat) del gobierno federal dijo que carecía de
información para responder a la pregunta de Mongabay al respecto.
La lucha por la vida, el agua y el bosque
Tres residentes de Ímuris y Mongabay recorrieron la polvorienta
carretera desértica hasta el pequeño pueblo ganadero de Miguel Hidalgo,
a unos 45 kilómetros al sureste de Nogales. Mientras nos acercábamos al
centro de la población, dos vehículos descapotables militares llenos de
soldados pasaron a toda velocidad. Las pocas calles del pueblo, que los
lugareños llaman San Lázaro, albergan ahora remolques móviles que sirven
de campos de trabajo. Según Castro, de SIDUR, el Ejército construyó un
nuevo centro de operaciones en la zona para supervisar el proyecto.
Los habitantes de Ímuris creen que la construcción de las vías comenzó
en Miguel Hidalgo, ya que el pueblo formado por ranchos poco poblados
sería el menos propenso a oponerse a las vías. Aún no se han instalado
los rieles; las obras más avanzadas incluyen varios kilómetros de
terraplenes, que se extienden hacia el sur, en dirección a Ímuris. Más
adelante, maquinaria especializada está perforando los cimientos de lo
que probablemente serán puentes sobre ríos y arroyos que fluyen sólo
unos meses al año. Las demoliciones y limpieza para el paso de la vía
continúa en unos 20 kilómetros en total.
Los árboles caídos ensucian la carretera que va paralela a la
servidumbre de vía a través de los remotos ranchos de Miguel Hidalgo. El
desmonte casi llega a un lugar llamado San Antonio, donde solía haber un
puesto de control gestionado por la Agencia Nacional de Aduanas de
México. Desde allí, las vías se dirigen hacia el suroeste, hacia Ímuris
y el Rancho de Conservación El Aribabi, una reserva natural de 4000
hectáreas a lo largo del río Cocóspera.
Junto con sus hijos, Carlos Robles Elías ha desviado El Aribabi de la
ganadería hacia la certificación como área natural protegida privada,
para preservar hábitats frágiles que van desde los matorrales de las
tierras bajas del desierto de Sonora y los pastizales de mezquite hasta
las sabanas de roble y los bosques de pino-encino —o pino y roble— de
las tierras altas.
Los humedales del rancho hacen que el agua fluya río abajo durante todo
el año a través del río Cocóspera, propiciando un hábitat a especies
protegidas y amenazadas como ocelotes y jaguares, serpientes de
cascabel, lagartos caimán, tortugas, peces endémicos y halcones, ánades
reales (patos de collar), águilas y más.
A lo largo de los años, Robles Elías ha intentado impedir y mitigar los
intentos de los gobiernos federal y estatal de pavimentar y construir
oleoductos a través de sus tierras. Cuando se proyectó una autopista que
atravesaría hábitats sensibles en la reserva, consiguió disuadir a las
autoridades de seguir adelante. Pero Robles Elías afirma que el proyecto
de ferrocarril es la mayor amenaza a la que se ha enfrentado en la zona.
Teme que los trenes de mercancías contaminen todos los ecosistemas
locales. “Tarde o temprano, uno de los contenedores, uno de los tanques
[transportados por el tren de carga] tendrá una fuga y contaminará el
agua”, afirma Robles Elías, que ha expresado su preocupación en
reuniones públicas, pero dice que el gobierno no le escucha. También
afirma que las vías afectarían a la fauna silvestre local.
Los conservacionistas comparten su preocupación. “Por un lado está la
disponibilidad de agua para la gente y para la naturaleza”, dice Mirna
Manteca, codirectora del Programa del Noroeste de México de Wildlands
Network, una organización no gubernamental. “Pero no se trata sólo del
agua, sino también del hábitat ribereño, que es un oasis para la fauna
de esta región. Estamos en un desierto, son ecosistemas áridos, y toda
la estructura de los bosques ribereños es fundamental para muchas
especies”.
Según Manteca, el río Cocóspera ayuda a los jaguares y otros animales a
navegar por su hábitat. “El impacto no acaba cuando se construye el
proyecto”, dice. “[Se] queda en forma de fragmentación y degradación del
hábitat natural de esta zona, tan importante para tantas especies”.
Robles Elías y los habitantes de Ímuris han propuesto una línea
alternativa que no siga el río ni atraviese su pueblo. Pero, dicen, es
difícil movilizar a la gente con tan poca información disponible.
Mientras tanto, las obras continúan sin interrupción. “Ya han marcado la
zona por donde pasarán las vías a través de la propiedad de mi primo,
desde la entrada principal hasta el albergue donde nos reunimos”,
escribe Robles Elías a Mongabay a principios de octubre. “Me están
diciendo que NO HAY SOLUCIÓN, y que no hay vuelta atrás”.
*Imagen principal: El proyecto ferroviario incluye la construcción de
vías de Guaymas a Nogales, a unos 69 kilómetros al norte de Ímuris.
Foto: Dawn Marie Paley.
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