Sobreprotección a hijas e hijos, vinculada al estrés
de padres o cuidadores
Para Mariana Gutiérrez Lara lo mejor es
desarrollar una crianza sensible, sin llegar a salvaguardar en exceso
La sobreprotección infantil tiene efectos negativos, entre ellos falta
de autonomía y afectación a la autoestima de los menores, además de
miedo excesivo, necesidad de aprobación, baja motivación, falta de
empatía, conductas antisociales, egocentrismo, altos niveles de estrés e
intolerancia a la frustración, alertó la académica de la Facultad de
Psicología (FP) de la UNAM, Mariana Gutiérrez Lara.
Sin embargo, precisó la especialista universitaria, ese proceder está
vinculado al estrés de los padres o cuidadores. Su estado emocional hace
diferente el vínculo con cada hija o hijo. Aunque tengamos dos, tres o
10, la relación con cada uno es particular, ello depende de cómo esté
emocionalmente.
En su conferencia titulada “Sobreprotección: un lazo que aprieta tanto
que inmoviliza”, organizada por la FP, la experta en psicología
educativa y del desarrollo, explicó:
Un padre estresado no tiene la misma disposición para pensar cuáles son
los requerimientos de sus descendientes, el intercambio y la relación
con ellos se torna complejo.
Por ejemplo, se ha encontrado en literatura de la disciplina psicológica
que altos niveles de estrés en los padres de familia generan maltrato
porque hay demasiada intolerancia, pero también sobreprotección, debido
a que en ocasiones tienen tanto miedo de lo que ocurre a su alrededor al
identificar gran cantidad de amenazas.
Ello implica un control exagerado en los menores limitando sus acciones
de exploración del mundo, lo que podría generarles emociones negativas,
restringiendo en gran medida su desarrollo con consecuencias a corto,
mediano y largo plazos.
A quienes reproducen una preocupación excesiva se les denomina
hiperpadres o padres helicóptero, es decir, “sobrevuelan” constantemente
sobre las decisiones y actitudes de los hijos, lo que está vinculado al
estrés y a una crianza enfocada al dominio y a la protección excesiva,
lo que limita la capacidad creativa y la libertad que deben tener los
infantes para desplegar las habilidades que posteriormente necesitarán.
Buscan evitarles un sentimiento de frustración para impedir su malestar;
les proporcionan todas las cosas materiales que desean, consintiéndolos
e intentando sentirse queridos por ellos a partir de estas acciones,
agregó.
Además, confunden el exceso de cariño, cuidado y la ausencia de límites
con la felicidad del menor; les evitan cualquier situación desagradable,
difícil; o bien, solucionan por ellos sus retos, siguen haciéndoles
todo, a pesar de que están perfectamente habilitados para actuar por sí
mismos, y responden de inmediato a exigencias (niño emperador).
Mariana Gutiérrez apuntó que cuando los hijos cometen algún error, lo
ignoran, tapan o justifican, utilizan el miedo para tenerlos bajo su
control, se sienten culpables al no ayudarlos a enfrentar sus
dificultades.
Para prevenir el exceso de cuidados es importante no concentrarme en mi
ansiedad, malestar o miedo, sino observar con atención a la niña, niño o
adolescente para determinar qué característica tiene y cuáles son sus
necesidades. Por ejemplo, si es retraído y tiende a aislarse,
evidentemente requiere de apoyo con más esmero que un pequeño que es
extrovertido.
El miedo en ellos no terminará si los aíslo “en cápsula de cristal”; por
el contrario, se hará todavía más fuerte porque los veo más debilitados
o vulnerables conforme van creciendo, sin las destrezas de aquellos
pequeños que sí exploran.
Pero también como madre, padre o cuidador es indispensable aprender a
regular mis emociones, comunicar, hablar y escuchar. Lo sugerido por la
psicología es ser más asertivos, es decir, expresar lo que queremos y
necesitamos, aceptando los derechos de los demás, así como llevar a cabo
un plan de acción ante problemas y fortalecer el respaldo social.
“Se requiere desarrollar una parentalidad positiva, una crianza
sensible, pero no perfecta, dar afecto con límites, recordando y
escuchando objetivos como papás; acompañar para la vida, porque ese niño
va a crecer dando ejemplos no perfectos, porque no lo soy, plantear
retos y, sobre todo, reforzar los progresos que vayan teniendo”,
finalizó, Gutiérrez Lara.
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