UNAM: Se registra un aumento significativo en la
ingesta de productos ultraprocesados, altamente dañinos para la salud:
Agustín Rojas Martínez
Experimenta México cambio en su estructura
alimentaria
El crecimiento exponencial en la oferta y consumo de alimentos
ultraprocesados y de comida rápida provoca un serio deterioro en la
salud de los mexicanos, quienes cada vez tienen menos opciones de
acceder a una comida saludable, alertó el investigador del Instituto de
Investigaciones Económicas de la UNAM, Agustín Rojas Martínez.
Al dictar la conferencia sobre productos ultraprocesados y
vulnerabilidad alimentaria, en ocasión del Seminario de los Avances de
investigación del IIEc, el especialista comentó: a partir de la entrada
en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en México
experimentamos una transformación en la estructura alimentaria.
En este proceso han ganado terreno los comestibles altamente
industrializados, los cuales tienen un efecto significativo en la
modificación de la dieta habitual de la población, apuntó.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, nuestro país
ocupa el primer lugar en venta y consumo de ultraprocesados, con serias
repercusiones en la salud.
Pasamos de tener una situación de enfermedades asociadas con la
desnutrición, a otra de padecimientos vinculados con su deglución, lo
que a su vez está asociado con alteraciones crónico-degenerativas,
caracterizadas por altos grados de contenidos de kilocalorías, azúcares
y sodios que repercuten directamente en el organismo, refirió.
Precisó que junto con los procesados responden a una nueva lógica
socioeconómica y de producción; se caracterizan por ser transformados
totalmente, es decir, no se parecen a su forma original y, por tanto, se
ubican en una lógica de rentabilidad empresarial, en donde el objetivo
es reducir costos y aumentar las ganancias.
La incorporación de factores tecnológicos se suma a la producción de
novedosas mercancías y alimentos prototípicos que tiene más tiempo de
vida, su manejo y traslado hacia los supermercados se realiza de forma
fácil, no hay tantas pérdidas y, por ende, se vuelven más rentables. Son
de sencilla preparación, de rápido consumo y responden a necesidades de
los nuevos compradores, sobre todo urbanos, añadió.
En esta dinámica socioeconómica, enfatizó, el problema de salud radica
en que las personas tienen cada vez menos opciones de acceder a las
comidas naturales y nutritivas; la oferta se limita a lo que las
empresas colocan en el mercado y se modifica el patrón de consumo.
En las ciencias médicas y la economía se estima que cada quien es
responsable de lo que adquiere y, bajo esa premisa, se argumenta que su
condición de salud está bajo su cuidado, sobre todo los padecimientos
crónicos degenerativos como obesidad y diabetes, considerados
emergencias sanitarias.
En esas estimaciones, afirmó, no se toma en cuenta que las opciones de
una alimentación adecuada son cada vez más limitadas para el grueso de
la población y aún enfermos o diagnosticados se ven obligados a ingerir
ultraprocesados, porque es lo que más se ofrece en tiendas y
supermercados.
La industria de alimentos es quien produce y decide qué poner en el
mercado, pero además controla los canales de distribución y prueba de
ello es que los supermercados, las cadenas de comida rápida y las
tiendas de conveniencia son manejadas por grupos de este sector.
Además, provocan en el mercado una sobreoferta de alimentos y de alguna
manera condicionan lo que la gente debe consumir: hoy tenemos que 85 por
ciento de productos que entran a los supermercados son altamente
industrializados.
En su análisis, el investigador universitario explicó que actualmente en
nuestro país la estructura de la oferta es acaparada por este tipo de
mercancías, cubriendo más del 60 por ciento del mercado.
Otro dato revelador, agregó, es cómo han ido desapareciendo los mercados
públicos, con una caída de 34 por ciento en los últimos años en la
Ciudad de México, lugares que se identifican como centros de
abastecimiento de insumos más sanos.
Ante ello, Rojas Martínez señaló que se debe revisar el actual modelo de
producción y oferta de alimentos, explorando estructuras regionales con
circulación y conexión directa entre productores y compradores.
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