by Paula
Gonzalo
Blogueros, periodistas ciudadanos y activistas
han encontrado en el periodismo ciudadano una
herramienta de gran valor para luchar contra la
corrupción, especialmente en regímenes altamente
represivos. El precio a pagar por denunciar la
actividad ilegal de los gobiernos suele ser
demasiado alto.
Este es el caso del bloguero paquistaní Muhammad
Zada, tiroteado en su casa de Sakhakot, una
ciudad de la provincia de Khyber-Pakhtunkhwa, en
Pakistán, el 8 de noviembre por criticar
abiertamente la corrupción gubernamental e
iniciar una campaña en redes sociales para
lograr: “Una nación libre de drogas”.
A través de “Citizen Journalist PK“, una página
creada en Facebook, Muhammad Zada, comenzó a
criticar el narcotráfico y la complicidad del
gobierno local en sus actuaciones.
Reporteros sin Fronteras (RSF) ha solicitado
públicamente una investigación en torno al
asesinato de este periodista ciudadano
paquistaní, para que: “Quienes ordenaron este
terrible asesinato comparezcan ante la
justicia”.
Según informa RSF, la ejecución de Zada aparece
estrechamente vinculada al “Kuli Katchery”, una
especie de audiencia pública en la que los
ciudadanos pueden expresar sus quejas, en el que
el boguero criticó duramente el “creciente
negocio de las drogas” y la “corrupción
desenfrenada” de los funcionarios locales.
En redes sociales se ha dado mayor visibilidad a
este discurso y se ha iniciado un movimiento de
protesta para reclamar justicia para Muhammad
Zad: #JusticeForMuhammadZada
En un mensaje publicado posteriormente Zada
denunció en redes sociales el acoso al que
estaba siendo sometido por parte de la policía
de Malakand en el caso de que sufriera algún
atentado.
Por el momento, el primer ministro provincial,
Mahmood Khan, anunció el inicio de una
investigación sobre el asesinato de Zada. Daniel
Bastard, director de RSF Asia-Pacific, destacaba
el importante papel que blogueros y periodistas
ciudadanos juegan en países con un férreo
control gubernamental como el de Pakistán, en el
que estos periodistas no profesionales se
convierten en garantes de la libertad de
expresión:
“Al llenar el vacío dejado por los medios
tradicionales, que no se atreven a cubrir
ciertos temas sensibles debido las presiones y
la autocensura”.
Zada es el segundo periodista ciudadano
asesinado la semana pasada en Pakistán, en donde
donde el asesinato se considera un método lícito
para silenciar a las voces disidentes.
El cadáver de Nazim Jokhiyo, otro periodista
ciudadano, fue encontrado el 3 de noviembre poco
después de publicar un vídeo que mostraba a
cazadores furtivos organizando una cacería para
dignatarios árabes en la provincia de Sindh.
Pakistán ocupa el puesto 145 de los 180 países
que del Índice Mundial de Libertad de Prensa
2021 World Press Freedom Index.
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