4 Mayo 2022
Unos 40 millones de personas se sumaron en un
año al colectivo global que sufre inseguridad
alimentaria aguda, alerta el informe anual sobre
el tema. En América Latina y el Caribe, 12,7
millones padecen el flagelo. Las agencias de la
ONU piden abordar las raíces de un problema
creciente y alarmante.
Cerca de 193 millones de personas de 53 países o
territorios sufrieron hambre en “niveles de
crisis o peores”, lo que supone un aumento de 40
millones en el año transcurrido entre 2020 y
2021, destacaron este miércoles dos agencias de
la ONU.
El Informe Global sobre Crisis Alimentarias 2022
publicado por la Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA),
revela que este nivel récord incluye a 570.000
personas en Etiopía, el sur de Madagascar, Sudán
del Sur y Yemen que se encuentran en la fase de
catástrofe y han requerido una acción urgente
para evitar un colapso generalizado de los
medios de subsistencia y muertes por inanición.
El documento detalla que en la lista de países
que padecen el flagelo, 39 naciones se repiten
cada año y que su población hambrienta se
duplicó entre 2016 y 2021 con incrementos
constantes desde 2018.
Guerras, cambio climático y crisis económicas
Según los organismos, el aumento es resultado de
diversos factores que se retroalimentan y que
van desde conflictos hasta crisis ambientales y
climáticas, económicas o sanitarias. Y la raíz
de todas estas, sostuvieron son la pobreza y la
desigualdad.
En 2021 en particular, el estudio cita los
conflictos, las condiciones climáticas extremas
y los choques económicos derivados de la
pandemia de COVID-19 como los principales
propulsores del avance del hambre.
También menciona que la guerra en Ucrania ha
puesto de manifiesto la interconexión y
fragilidad de los sistemas alimentarios
mundiales con graves consecuencias para la
seguridad alimentaria y nutricional global.
Advierte que los países que ya enfrentan altos
niveles de hambre aguda son particularmente
vulnerables a los riesgos creados por esa
conflagración por su alta dependencia de las
importaciones de alimentos e insumos agrícolas y
su vulnerabilidad ante las crisis de precios de
la comida.
Los responsables de la FAO y el PMA coincidieron
al resaltar el “trágico vínculo” entre conflicto
y seguridad alimentaria y pugnaron por cambiar
la óptica con que se aborda el problema.
“Los resultados del informe de este año
demuestran aún más la necesidad de abordar
colectivamente la inseguridad alimentaria aguda
a nivel mundial en contextos humanitarios, de
desarrollo y de paz”, dijo el director general
de la FAO, Qu Dongyu.
Por su parte, el director ejecutivo del PMA hizo
hincapié en que los niveles sin precedentes a
los que ha llegado el hambre aguda siguen
empeorando a la par de la situación mundial.
“El conflicto, la crisis climática, el COVID-19
y el aumento de los costos de los alimentos y el
combustible han creado una tormenta perfecta, y
ahora tenemos la guerra en Ucrania acumulando
una desgracia sobre otra. Millones de personas
en decenas de países están al borde de la
inanición. Necesitamos urgentemente fondos de
emergencia para sacarlos del abismo y revertir
esta crisis mundial antes de que sea demasiado
tarde”, apuntó David Beasley.
Las agencias aseveraron que hace falta dar
prioridad a la agricultura en pequeña escala
como respuesta humanitaria de primera línea para
superar las limitaciones de acceso y como una
solución para revertir las tendencias negativas
a largo plazo.
Asimismo, abogaron por promover cambios
estructurales en la forma de asignar el
financiamiento externo y realizar inversiones de
desarrollo a mediano y largo plazo para que la
asistencia humanitaria pueda reducirse con el
tiempo abordando las causas profundas del
hambre.
Llamaron también a fortalecer un enfoque
coordinado para garantizar que las actividades
humanitarias, de desarrollo y de mantenimiento
de la paz se lleven a cabo de manera holística y
coordinada con el fin de impulsar la
construcción de resiliencia y la recuperación.
América Latina y el Caribe
De acuerdo con los datos de la FAO y el PMA,
12,76 millones de personas se encuentran en
“situación de crisis o peor” en cinco países
latinoamericanos y caribeños: El Salvador,
Guatemala, Haití, Honduras y Nicaragua. El
número supone un aumento de un millón de
personas en un año.
En el apartado dedicado a América Latina y el
Caribe, el informe precisa que de esas cinco
naciones, Haití alberga la mayor crisis
alimentaria de la región, con un tercio de las
personas hambrientas: 4,4 millones.
Guatemala ocupa el segundo lugar con 3,73
millones de personas con hambre. Le siguen en la
lista Honduras, con 3,29 millones y El Salvador
con 985.000. En cuanto a Nicaragua, las agencias
estiman la cifra alrededor de 400.000 personas.
Entre las causas del incremento de la
inseguridad alimentaria, el estudio cita el alza
de precio de los alimentos básicos, la demanda
laboral atípicamente baja debida al impacto
económico de la pandemia, los eventos climáticos
extremos y los altos niveles de inseguridad.
Nutrición, crecimiento y sobrepeso
Con respecto a la nutrición, el documento indica
que la falta de información actualizada no
permite una evaluación de la situación actual,
pero recuerda que el retraso en el crecimiento
ha sido tradicionalmente alto en la región,
especialmente en Guatemala.
Del mismo modo, enfatiza que el sobrepeso está
aumentando entre los niños y especifica que, de
acuerdo con los datos disponibles, de 2019 a
2021 la emaciación estuvo dentro del rango “muy
bajo” para todos los países, menos Haití, donde
se le clasificó como de gravedad “media”.
En Haití, en los primeros tres meses de 2021, el
número de admisiones de niños con emaciación
severa en centros de salud en el país aumentó en
un 26% en comparación con el mismo periodo en
2020.
Para 2022, la FAO y el PMA prevén una
disminución en la cantidad de personas con
hambre en la región, calculando que serán entre
10,66 y 10,8 millones los que la sufrirán en los
mismos cinco países.
|