Escrito por Lucía Lagunes
Huerta 7 abril, 2022
En días pasados el Fondo de Población de las Naciones Unidas dio
a conocer el Informe mundial de la población, el dato que
destacan es que la mitad de los embarazos que ocurren en el
mundo cada año no fueron planeados.
La cifra que revela el informe debe sacudirnos, porque estamos
hablando que cada año ocurren en el mundo 121 millones de
embarazos no deseados, es decir, que cada año 121 millones de
mujeres alrededor del mundo se embarazan sin querer hacerlo,
situación que se concentra en los países con grandes brechas de
desigualdad, como el nuestro.
Qué es lo que hay detrás de esta cifra, cuáles son situaciones
que limita a las mujeres la posibilidad de impedir un embarazo
si tenemos 62 años de la píldora y una gama amplia de
anticonceptivos.
Y la respuesta, tras leer el informe, tiene cuatro elementos que
son la base de los embarazos no deseados, que permanecen a lo
largo de los años, y estos elementos son: desigualdad entre
mujeres y hombres, violencia, poca educación y mucha pobreza de
las mujeres.
Cuatro situaciones que mantienen una relación sine qua non con
la falta de desarrollo de los países. A menor desarrollo de las
naciones estos cuatro elementos se incrementan vulnerando de
manera tremenda la vida de millones de mujeres y niñas.
Porque no es sólo que las mujeres se embaracen o no; sino que
estos millones de embarazos no planeados son el reflejo de la
imposibilidad de las mujeres para gobernar sobre su vida.
Un ejemplo de la falta de autodeterminación es la imposibilidad
de miles de mujeres para negarse a tener relaciones sexuales,
debido a las coerciones o violencia explicita.
En el caso de las niñas, la violencia sexual es la que las
convierte en madres, situación para millones de niñas en el
mundo. En México recordemos que de cada 100 nacimientos 20 son
de niñas de 10 entre a 14 años. Estas maternidades obligadas en
las niñas violentadas truncan su desarrollo, porque dejan la
escuela, tienen que buscar un empleo, que por sus condiciones de
edad y educación, será precario, atrapándolas en un círculo de
pobreza.
Qué desarrollo posible puede haber en un país bajo este
panorama.
Por ello el informe es tan importante porque muestra que los
embarazos no intencionales no son un problema de las mujeres,
sino de las naciones y sus gobiernos que no generan las
condiciones para que las mujeres y niñas cuenten con autonomía
verdadera. Este es el tema central.
A mayor desigualdad de las mujeres menos acceso a los
anticonceptivos, aunque deseen usarlos, pues en muchos lugares,
incluso de nuestro país, las mujeres no pueden ir solas a
consulta médica sino están obligadas a ser acompañadas por los
maridos, otras tienen prohibido por sus parejas usar
anticonceptivos. Así de grave la falta de autonomía de muchas
mujeres, en México y el mundo.
La desigualdad y falta de autonomía para las mujeres jóvenes con
vida sexual activa se traduce en prejuicios y estigmas que las
alejan de la consejería para elegir el mejor método
anticonceptivo para ellas: para las jóvenas pobres la salud
pública es su única opción, la cual no prioriza la atención para
ellas por lo cual no desarrolla programas amigables que les
permita no sólo acceder a los métodos anticonceptivos sino que
les brinde herramientas para desarrollar sus vidas con
independencia de las presiones sociales.
La falta de prioridad de los gobiernos a estos programas se
traduce en presupuestos limitados, en ausencias de campañas que
sensibilicen a la población para desterrar prejuicios y estigmas
y que a la vez fortalezcan la autodeterminación de las mujeres.
En nuestro país desde el año 2006 no hay campañas masivas en
este sentido.
Y los resultados de esa displicencia gubernamental en México se
refleja cuando vemos que nuestro país ocupa el primer lugar de
embarazos en adolescentes entre los países que forman parte de
OCDE.
Los impactos de estos embarazos no deseados sobre los países son
enormes porque somete a las mujeres y niñas a maternidades no
deseadas y las orilla a recurrir a prácticas riesgosas de
aborto, por la criminalización que existe en el mundo del
aborto.
De acuerdo con el informe 60 por ciento de los embarazos no
planeados terminan en aborto, cuyas prácticas de riesgo son una
de las principales causas de las 800 muertes maternas que
ocurren al día en el mundo y que cada año provoca que 7 millones
de mujeres sean hospitalizadas por las secuelas de los abortos
realizados en condiciones riesgosas obligando a las naciones
invertir 533 millones de dólares para su atención, dinero que
podría ser usado en la educación de las niñas y jóvenas, por
ejemplo, si el aborto deja de ser criminalizado.
La respuesta está muy clara, si naciones como México quieren
caminar hacia el desarrollo, tienen que garantizar que las
mujeres y niñas cuenten con igualdad plena, cero violencias,
cero pobreza y altos niveles educativos. Puedo asegurarles que
esta inversión da mejores frutos que lo que hoy tenemos.
22/LLH/LGL
FUENTE
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