05 de enero de 2022

 

Miguel Rojas, el adolescente venezolano que descubrió un asteroide

CARACAS —
Desde que era muy pequeño, Mary Ramos notó que su hijo, Miguel Rojas, tenía una “inteligencia extraordinaria”: aprendió a leer de manera autodidacta a los tres años y medio, utilizaba palabras poco convencionales, mostraba interés por los dinosaurios, gran pasión por la astronomía y ganas de aprender cada vez más.

Meses atrás, Miguel fue acogido como miembro de Órbita CI 130, un programa que reúne a niños y jóvenes con “altas capacidades, alto rendimiento y/o superdotación”.

A través de este programa tuvo la oportunidad de participar en una campaña internacional de búsqueda de asteroides, organizada por el International Astronomical Search Collaboration (IASC), con la iniciativa de la Universidad Hardin-Simmons.

“Esto era lo que Miguel necesitaba, ellos tienen diferentes orientaciones y Miguel por supuesto se fue al área de la astrofísica, ciencias planetarias, aeronáutica”, afirma su madre en conversación con la Voz de América, desde su hogar en Barquisimeto, estado Lara, a unos 400 kilómetros al oeste de Caracas.

El nombre de este adolescente de 13 años, que cursa el primer año de bachillerato, ha empezado a aparecer en los titulares de medios de todo el mungo por haber descubierto el asteroide bajo el código de identificación 2021 GG40. Así aparece en el certificado expedido por la IASC y el Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái, con el auspicio de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), al que la VOA tuvo acceso.

“Le puedo poner nombre propio, pero para esto hay que hacerle seguimiento al asteroide por varios años hasta conocer todas las características de su órbita”, detalla al ser consultado por la VOA.

Miguel explica que su función como miembro de la campaña de búsqueda de asteroides ha sido descargar y analizar, con un software especial, las imágenes de “un lugar en el sistema solar entre Marte y Júpiter”, captadas por el telescopio Pan-Starrs, ubicado en la Universidad de Hawái.

“Un astrónomo compara mi reporte escrito con la base de datos del Centro de Planetas Menores y ahí se determina si es un posible nuevo asteroide o no. En ese caso se convierte en un descubrimiento preliminar, luego varios observatorios a nivel internacional se ponen a observar en esa región en el cielo y si todos coinciden en que ahí hay algo, el esteroide se convierte en un descubrimiento provisional que es cuando es reconocido, identificado y certificado”, explica.

¿Por qué es importante?
En pocas palabras, el joven explica que un asteroide es “simplemente una roca en el sistema solar” y subraya que “son la clave para el origen de los planetas e incluso la vida en la tierra”.

“Se cree que el agua de los océanos, de los ríos, viene de sal marina, del impacto de asteroides hace miles de millones de años y los planetas se formaron por la unión de estos asteroides, por eso es muy importante esa investigación, porque nos puede dar muchas pistas sobre el origen del sistema solar, sobre el origen del planeta tierra, del origen de la vida en este planeta”, resalta.

Miguel afirma que su hallazgo es uno de tantos pasos que todavía debe dar para lograr sus metas, entre ellas aspira a obtener una beca para estudiar ingeniería aeroespacial: “la carrera del futuro”.

“Mi sueño es poder realizar un aporte que quede en la sociedad, en la humanidad, trabajando en una empresa como la NASA o como Space X, por ejemplo”, sostiene el adolescente que también practica tenis y boxeo.

Unos de los primeros libros que leyó sobre el espacio son del astrofísico, Stephen Hawkings y cada uno de ellos “aumentaron” aún más su interés.

Admite que es “fiel seguidor” de Elon Musk, fundador de Space X y propietario de Tesla. Miguel explica que admira su visión respecto a que “convertir a la humanidad en una especie multiplanetaria es la mejor alternativa contra la extinción humana”.

“[En] el planeta Tierra, parece que estamos muy protegidos, pero en realidad es simplemente una roca con una atmósfera en el sistema solar que está desprotegida, por decirlo de alguna manera. No tenemos la tecnología para defendernos del impacto de un asteroide, por ejemplo (…) tenemos que darle importancia al calentamiento global”, expone.

Un joven normal con muchos proyectos
Como a cualquier otro joven, a Miguel le encantan los helados y extrañó las clases presenciales que, por casi dos años, fueron suspendidas por las autoridades tras la llegada del COVID-19 a Venezuela.

En las últimas semanas ha recibido muchos mensajes de felicitaciones; sus amigos están orgullosos de que ahora sea “famoso” y, esos comentarios, le “sacan sonrisas”.

Su familia trata de que Miguel no salte etapas y tenga la posibilidad de disfrutar de su juventud.

Aunque en Venezuela no hay posibilidades de que estudie la carrera que desea, su madre sostiene que aún “es muy pronto” para comenzar el proceso de solicitud para obtener una beca en alguna universidad fuera del país, pero tienen claro que una opción puede ser Francia.

La NASA lanza una nave para una prueba contra asteroides
Por ahora, se dedicarán a seguirle brindando formación y herramientas para que pueda aplicar en el futuro.

A corto plazo, Mary está concentrada en lograr cumplir uno de los sueños de Miguel: conocer el Kennedy Space Center en Florida y participar en uno de sus campamentos de verano.

“Es algo que desea muchísimo, no hemos tenido la posibilidad de ir y estoy tratando de hacer las gestiones posibles para poder viajar este año y que él pueda conocerlo”, dice.