Escrito por
Anayeli García Martínez Y Angélica Jocelyn Soto
Espinosa
8 marzo, 2022
CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Ciudad de México.- En más de un siglo, el
movimiento feminista mexicano transformó sus
formas de organización y actualizó sus demandas,
con la diferencia central de que en el pasado,
la mayoría de las exigencias se hicieron sin una
ley en la mano.
Hoy, con un marco legal que las respalda, las
feministas enfrentan un contexto de
criminalización y descalificación desde el
gobierno federal y el revanchismo machista que
les impide el pleno ejercicio de los derechos
alcanzados, de acuerdo con feministas e
historiadoras entrevistadas a propósito del 8 de
marzo, Día Internacional de la Mujer, quienes
hacen un recorrido por la historia para analizar
esta transformación hasta llegar al movimiento
caracterizado por la participación de miles de
jóvenes que realizan marchas multitudinarias y
que se manifiestan de diversas formas ante la
ineptitud del gobierno para garantizar sus
derechos.
Libertarias, maestras y trabajadoras, las
pioneras
En México, las ideas feministas empezaron a
discutirse a finales del Siglo XIX, como
consecuencia de la reforma liberal que permitió
el acceso de las mujeres a una educación laica.
Antes de la Escuela Secundaria para Señoritas,
que se creó en 1869, las mujeres tenían una
educación fundamentalmente religiosa, relató la
historiadora Patricia Galeana Herrera, fundadora
del Museo de la Mujer.
El acceso a la educación media y superior marcó
el inicio de una revolución cultural e hizo
surgir una multiplicación de publicaciones de y
para mujeres en la que se informaba sobre los
movimientos femeninos en otras partes del mundo
y se escribían artículos sobre “la emancipación
de la mujer”.
De acuerdo con la también exdirectora del
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las
Revoluciones de México, el proceso
revolucionario en México también fue un
escenario central para que, motivadas por las
maestras normalistas (como Dolores Jiménez y
Muro), se organizaran.
Si bien inicialmente las mexicanas se unieron al
movimiento antirreeleccionista con huelgas de
hambre y protestas, después volcaron su
organización en la demanda de su derecho al
voto, que logró unificar en el Frente Único Pro
Derechos de las mujeres tanto a las comunistas,
penerristas (del partido hegemónico en ese
momento) y hasta las católicas. Este movimiento,
sin embargo, sucumbió cuando se negó el voto a
las mujeres en 1938.
Galeana Herrera divide la historia del
movimiento feminista en cuatro grandes olas,
distinguidas entre sí por sus demandas.
En este orden, la primera ola del feminismo
mexicano data de finales del S.XIX, con la
demanda del voto y los derechos laborales,
reivindicado por las trabajadoras que
participaron en la huelga de las cigarreras
(1887), la huelga de las zaraperas (1884) o la
huelga en Río Blanco, por la explotación en las
fábricas textiles.
Con el movimiento revolucionario en México,
formalmente los derechos laborales tanto de
hombres como de mujeres se ampliaron. De hecho,
en la Constitución de 1917 se refirió
explícitamente a la igualdad de salario por el
mismo trabajo.
Esta primera ola se extendió hasta los años 60,
cuando México reconoció la ciudadanía plena de
las mujeres y se convirtió en uno de los últimos
tres países en hacerlo en América Latina, de
acuerdo con la historiadora.
Derecho de las mujeres a decidir
La segunda ola del movimiento feminista está
vinculada con la liberación sexual de la mujer,
de acuerdo con Galeana. En esta época, el
feminismo se vinculó con el movimiento
estudiantil de 1968. A partir de entonces
surgieron organizaciones que comenzaron a
trabajar por el derecho de las mujeres a decidir
sobre su cuerpo.
De acuerdo con la clasificación de la
historiadora, la tercera ola ocurrió en los años
90, la última década del siglo pasado, cuando el
movimiento feminista se diversificó y abordó
temas de la diversidad sexual.
Actualmente, detalló la historiadora, vivimos la
cuarta ola de este movimiento feminista que, al
no conseguir estas demandas, sigue reivindicando
los derechos sexuales y reproductivos.
En 2021, mediante manifestaciones masivas, tomas
de Congresos, conformación de colectivas de
acompañamiento de abortos, así como elaboración
de iniciativas de ley, documentación y amparos,
las feministas consiguieron que, en total,
cuatro entidades del país despenalizaran la
interrupción del embarazo hasta las 12 semanas
de gestación: Hidalgo, Veracruz, Baja California
y Colima, los cuales se sumaron a Ciudad de
México (2007) y Oaxaca (2019) que ya contaban
con esta legislación. No obstante, en 26
entidades el aborto voluntario sigue siendo un
delito.
De acuerdo con Galeana, actualmente a estas
demandas por la autonomía del cuerpo se suman
nuevas exigencias que no habían cobrado tanta
fuerza en las épocas anteriores: la eliminación
del acoso sexual, la violencia y el feminicidio.
2022: Movimiento masivo de mujeres
“En esta cuarta ola, gracias a las redes
sociales, tenemos que se ha dado un movimiento
masivo de las mujeres saliendo a las calles a
marchar por una vida libre de violencia y por su
derecho a decidir sobre su propio cuerpo”,
observó Galeana.
Sin embargo, esta cuarta ola enfrenta, en su
opinión, un revanchismo machista ante el avance
de derechos que se refleja en el aumento de la
violencia contra las mujeres. Frente a ello,
señaló, surgió una importante cantidad de
colectivas a lo largo y ancho del país para
evidenciar la ineficacia del gobierno de
garantizar una vida libre de violencia para las
mujeres.
Para Patricia Galeana, ahora las formas de
incidencia y exigibilidad de las mujeres son muy
diversas ya que en esta época las mujeres usan
las redes sociales para denunciar a sus
acosadores, pero también dirigen sus discursos y
exigencias a las y los legisladores y los tres
niveles de gobierno para que garanticen sus
derechos.
En la época actual el movimiento feminista
—protagonizado por mujeres jóvenes— muestra una
decepción y frustración frente al no
cumplimiento de las leyes y la impunidad para
todos los casos de feminicidio, personas
acusadas de acoso sexual, de violación, incluso
connotados políticos, no se les hace
absolutamente nada.
A ello se suma la descalificación que desde el
Ejecutivo se hace al movimiento al señalarlo
como algo externo a México y que las jóvenes
están manipuladas.
“No están manipuladas, están totalmente
conscientes y están totalmente empoderadas de sí
mismas para dar la batalla, pero desde luego sí
hay desesperación porque no ven que haya
políticas públicas que favorezcan que las
mujeres puedan vivir libres de violencia”,
puntualizó.
Patricia Galeana
Transformar la posición de las mujeres
“A lo largo de la historia de México ha habido
muchos tipos de intervención de los distintos
feminismos para transformar la posición de las
mujeres en la sociedad y buscar derechos de
distinto tipo”, señaló la historiadora del
Centro de Estudios de Género de El Colegio de
México, Gabriela Cano Ortega.
Precisó que una cosa que ha cambiado en el
tiempo es la forma de interlocución entre el
movimiento feminista y el Estado, ya que si bien
los “activismos feministas” se han dirigido con
sus demandas a los sectores del Estado, a los
actores estatales, también hay feminismos que
militan dentro de las instituciones.
De acuerdo con la también integrante de la
Academia Mexicana de Ciencias, hay demandas del
feminismo que han persistido , como el acceso
voluntario a la educación, al trabajo y a la
autonomía personal de las mujeres, y éstas se
han reinterpretado de acuerdo con el contexto de
cada época.
Las actuales generaciones del movimiento
feminista, señaló la experta, toman conceptos
básicos del feminismo de los años 70 (donde hubo
distintas vertientes políticas e ideológicas, y
formas de acción) pero los interpreta y los
reelabora. Por ejemplo, desde finales de la
década de los años 70 los “activismos
feministas” conceptualizaron y reclamaron el
derecho a decidir de las mujeres basado en el
reconocimiento del momento y el número de
embarazos que deseaban tener las mujeres.
“Hay un cierto cambio, pero también hay un
reconocimiento de un punto de partida en
conceptos del feminismo de los 70, desde luego
esto no se puede aislar de la situación del país
y de la violencia que envuelve a regiones de
país. No es que los movimientos feministas y su
demanda en contra de la violencia se pueda
separar de la violencia que vemos en las calles
y en muchas zonas del país”, reflexionó Cano.
Otro ejemplo de esto es que en la época actual
se habla de feminicidio, un concepto que existió
hasta 1991, cuando la antropóloga feminista,
Marcela Lagarde, teorizó al respecto. Esto no
significa, sin embargo, que la violencia contra
las mujeres no existía antes sino que se
nombraba distinto, coincidió la académica de la
Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad
Xochimilco Ana Lau Jaiven.
Para la historiadora, otra diferencia entre el
pasado y la actualidad es que ahora las jóvenes
tienen una ventaja: son muchas y se comunican
por las redes sociales. Antes, en los 70, no
había redes sociales y los grupos eran pequeños.
“Sí salían a la calle, no se quedaban en su casa
y había de todo, pero también había mujeres que
se acercaban a los feminismos de diferentes
maneras”, relató.
“Tenemos las leyes pero no se cumplen”
A diferencia de la década de los años 80 y 90,
(cuando ella empezó a militar en el feminismo),
las mexicanas tenemos algo que antes no se
tenía: leyes a favor de los derechos de las
mujeres, explicó la abogada feminista Patricia
Olamendi Torres.
De acuerdo con la también ex coordinadora del
Comité de Expertas de la Convención Belém Do
Pará, desde finales del siglo pasado y hasta la
fecha, el movimiento feminista se fue ampliando
a través de alianzas de mujeres en diferentes
espacios, por ejemplo, con legisladoras,
políticas, defensoras de los derechos de las
mujeres, etcétera.
Conforme fueron creciendo estas alianzas también
se fue ampliando la legislación y políticas
públicas a favor de los derechos de las mujeres.
“Éramos muy poquitas. Nos conocíamos todas en
todo el país. Regularmente éramos mujeres que
teníamos niveles escolarizados un poco más
altos, mucho compromiso social, ligada al
movimiento de izquierda, cuando el feminismo no
era popular sino más bien rechazado. Nos veían
como mujeres raras y lesbianas”, relató.
La también integrante de la plataforma “Nosotras
Tenemos Otros Datos” narró que a finales del
siglo pasado, la mayor parte de las reformas que
hicieron fueron publicadas, negociadas y
trabajadas con el Estado.
No obstante, señaló, en el actual sexenio del
presidente Andrés Manuel López Obrador no existe
esta alianza ni este trabajo en conjunto entre
mujeres e instituciones.
Por el contrario, observó, lo que hay
actualmente por parte del Estado es una agenda
conservadora que nos regresa a los años 70 u 80,
cuando se pensaba en las mujeres dentro de los
hogares y la exigibilidad de derechos era casi
nula.
“Hoy no tenemos ninguna relación con el Estado,
nos volvimos enemigas del Estado, lo que no es
sencillo (…) El feminismo es transformador, no
hay forma de ser conservadora. Somos enemigas,
nos tratan como enemigas y cada vez que pueden
nos marcan campañas en nuestra contra. Denostar,
mentir, generar conflicto. No es normal”,
criticó Olamendi.
Esta agenda conservadora, precisó, está
desapareciendo programas y presupuestos para la
atención del cáncer de mama, la vacuna contra el
Virus del Papiloma Humano, las Escuelas de
Tiempo Completo y otras políticas que se
construyeron aproximadamente hace 30 años.
Mientras, el movimiento feminista se ha vuelto
amplio, un movimiento social (más que de un
grupo), con diversas expresiones y que no es
unánime. No obstante, también es un movimiento
de descontento cuyas expresiones son producto de
la marginación social en la que viven
actualmente las mujeres.
Ahora el movimiento es masivo. Necesitamos que
el feminismo también se traduzca en acciones,
conocimiento, exigibilidad de derecho. Que se
reconozca es un gran logro.
Esto, dijo, es una transformación radical en
comparación con los años 80,90 cuando las
marchas del 8 de marzo eran con contingentes de
cientos, no miles de mujeres, como ahora. “La
violencia brutal que hemos enfrentado es lo que
desata esta protesta masiva, esta protesta y
esta situación de decir esto no es posible
porque tiene que haber un cambio radical”,
señaló.
La diferencia, dijo Olamendi, es que hoy en día
luchamos con la ley en la mano. “Antes
luchábamos sin la ley, luchábamos por la ley.
Hoy en día luchamos con la ley. Hoy exigimos el
cumplimiento de esos derechos. Antes no
exigíamos eso”.
Por su parte, Ana Lau Jaiven, quien fue
coordinadora de la Maestría en Estudios de la
Mujer en la UAM, observó que las feministas han
hecho hincapié en que no es un tema de sexenios
porque “No importa quién esté gobernando, de
todos modos no nos van a hacer caso, nos tienen
miedo y por eso el borramiento institucional del
Estado, de los gobiernos, de las entidades,
hacia las mujeres, no que borren a las mujeres,
pero hay un borramiento de las demandas de las
mujeres”.
En otras décadas, dijo la historiadora, las
mujeres creían que les iban a dar derechos
porque muchas de ellas venían de los partidos
políticos, estaban en contra de la doble
militancia, entraron a las cámaras
parlamentarias a ver si podían hacer cambios. No
obstante también marchaban y también pintaban
las paredes, pero no nos acordamos porque lo
hacían de noche.
“Era una situación distinta. No es la abrumadora
cantidad de chavas que ahorita están pintando
las piedras”, concluyó.
En la siguiente entrega hablaremos de las
colectivas de jóvenes, quiénes son, cómo se
organizan y cuáles son sus demandas.
22/AJSE/AGM/LGL
https://cimacnoticias.com.mx/2022/03/08/8m-feminismo-mexicano-transformador-e-impulsor-de-conciencias-jovenes
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